En el preciso instante que anunciaste tu llegada a la vida, del cielo desaparecieron las nubes blancas a las que más adelantes le buscaríamos formas conocidas por los dos.
Promediaba el mes de octubre, un clima raro para la época pues parecía otoñal.
Las flores en los jardines, los canteros de las plazas como siempre no solo regalaban su fragancia sino que indicaban que en dos meses llegaría el estío.
Desde siempre ha resultado fácil ser tu mamá.
Eras un bebé tan hermoso como inquieto.
Derrochaba felicidad al tenerte entre mis brazos, acunándote con canciones inventadas, acompañadas de suaves melodías.
Demoraste bastante en hablar, según el pediatra era porque te entendía todo lo que decías en tu idioma tan personal.
Cuando comenzaste a utilizar el don de la palabra solo se escuchaba la dulzura de tu voz
Es una postura egoísta de mi parte.
De haber podido hubiera detenido el tiempo allí, con el único propósito que nunca pasaras por etapas de sufrimiento y dolor.
Cada día de tu crecimiento era descubrir algo nuevo.
Brillante en el colegio, luminoso en las tareas más sensibles.
Un ser solidario como pocos.
Capaz de quedarse sin nada con tal que su igual tuviera todo lo necesario para seguir.
Es un orgullo indescriptible ser tu mamá.
Nunca me referiré a vos en tiempo pasado pues estás aquí, junto a mí mientras establezco esta mágica conexión.
Aunque no puedo visualizarte.
Reemplazo esa falencia, pensándote.
Es en esos momentos que los ojos del alma me permiten verte.
Ambos sabemos del rechazo que nos produce el mes de diciembre desde tu ausencia.
Lo quitaría del calendario, igual que el mes de agosto.
Nunca entenderé los designios del destino que me tocaron vivir.
Sé que cada día que pasa es uno menos de espera para que se produzca el ansiado reencuentro.
Mientras me preparo para darte el beso más gigante te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=W0bjRdg11vA
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