ENCADENÉ LA LUNA PARA VOS

No es fácil arrastrar una pena tan enorme como la que significa la pérdida de un ser querido.
Pena que se agiganta a dimensiones increíbles cuando ese ser que partió es el hijo que con amor trajimos a la vida para que fuera él quien nos despidiera.
Esas serían circunstancias normales y naturales.
La vida tiene otros imponderables que nos dejan perplejos ante lo inesperado e inevitable.
Todos los días se suma un eslabón a la interminable cadena de dolor.
Decidí romper con ellas aún cuando las heridas permanezcan abiertas.
Algunos eslabones quedaron abiertos.
Los uní.
Mi intención era encadenar a la luna para llevártela a vos.
Esperé que se despidiera de la noche para tenerla a una altura en que la pudiera alcanzar.
Tu fuerza interior como otras veces se sumó a la mía para que pudiera cumplir mi objetivo.
Caminé con ella largo tiempo.
Su voz plateada me pidió que la liberara.
Estábamos demasiado cerca del amanecer y ella corría serios riesgos.
Su reino es la noche.
Comencé a quitarle las cadenas para que pudiera ocultarse.
Descreí de su promesa de acercarte un poco de mi amor de mamá.
Tantas veces me prometieron cosas que no se cumplieron que no tenía motivos sustentables para creer en sus palabras.
Debo reconocer que me equivoqué y por ello le pido disculpas.
Me hiciste saber que los mensajes te llegaron.
Sé que le pediste que tenga paciencia.
Me ves todos los días aún cuando no te pueda visualizar.
Estás presente cuando me asaltan los miedos que no puedo explicar.
He sentido la tibieza de tu abrazo para saber que estás.
La espera se demora más de lo pensado.
Ambos sabemos que no tengo otra alternativa y aún cuando me revele es así.
Tesoro te amo por ello te pido siempre que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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