REMOLINOS PROFUNDOS

Decidimos con Laura pasar un fin de semana solas.
La idea del campamento no me entusiasmaba demasiado.
Prefiero los hoteles donde nada hace falta.
Mi amiga me aseguró que no iríamos a cualquier campamento sino a uno al que no le falta absolutamente nada.
Confié en su elección.
Partimos casi al alba.
A poco más de tres horas de viaje el paisaje cambió casi violentamente, convirtiéndose en un lugar apacible, donde uno querría pasar el resto de sus días.
Armamos la carpa.
Avisamos que almorzaríamos en el restó del lugar.
Comenzamos a caminar, la espesura de los árboles aumentaba a medida que avanzábamos.
Un cartel advertía sobre la existencia de un remolino que no contaba con protección y el sendero era bastante angosto.
Como una niña Laura me llevaba de su mano caminando delante mío.
Pisé mal, en segundos caí al agua.
Escuchaba los gritos de Laura pidiendo auxilio..
Un remolino de agua es un lugar profundo y es difícil salir de él.
Es engañoso al principio las aguas parecen turbias, a medida que me sumergía se veían cristalinas.
Sentí que flotaba entre plantas acuáticas.
La sensación era como haber regresado a las entrañas de mi madre.
Ahora escuchaba el llanto de Laura al borde del remolino.
Alucinada por el paisaje no me dí cuenta que ya no se filtraban los rayos del sol.
El miedo se apoderó de mi alma.
Te pensé con fuerza.
Necesitaba ayuda o moriría ahogada.
No le temo a la muerte si a las muecas que quedan en el rostro.
Me acordé de tu frase favorita “Ma nada dura para siempre”.
Pude ver como un ser alado desplegaba sus alas para arrastrarme a la superficie.
Te sentí tan cerca que solo atiné a derramar mis lágrimas.
Nadé hasta la orilla.
Sentí pudor al ver desplegado semejante operativo de rescate.
Una oficial trataba de contener a Laura presa de una crisis nerviosa.
Cuando me vió me dio el más cálido de los abrazos.
Otra vez estábamos juntas.
El director del operativo insistió para que me asistiera el médico.
No pude negarme, quien necesitaba asistencia era Laura.
En circunstancias como esa, se conocen a los verdaderos amigos, su don de gente..
No dejó de llorar un segundo hasta que regresamos al campamento.
Solo repetía ¿Qué diría tu hijo si estuviera aquí, que no te cuidé, no me lo perdonaré nunca?
Le pedí que se tranquilizara.
En cuanto a vos mi tesoro, le conté que fuiste quien me ayudó a emerger de ese remolino. cuya profundidad se desconoce y se ha cobrado muchas vidas.
Nos duchamos y cambiamos para almorzar.
Gracias hij por estar siempre que me ves en dificultades.
Gracias por ser el lucero que indica m camino.
Gracias por tu luminosidad que no me cansaré de destacar.
Te amo por ello siempre te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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