El gigantesco anfiteatro natural, esperaba a un hombre enorme.Las piedras de las Termas de Caracalla parecían sonreír con sus vestidos color ocre.
El bosque de pinos rodeaba el anfiteatro natural.
Los reflectores dispuestos en forma estratégica daban una luz tenue a los asistentes.
Ellas lucían largos vestidos, para ellos la ocasión ameritaba rigurosa gala.
La suave brisa nocturna llevaba los acordes de la orquesta a cada rincón de ese ambiente ofrecido por la naturaleza.
El bosque de pinos rodeaba el anfiteatro natural.
Los reflectores dispuestos en forma estratégica daban una luz tenue a los asistentes.
Ellas lucían largos vestidos, para ellos la ocasión ameritaba rigurosa gala.
La suave brisa nocturna llevaba los acordes de la orquesta a cada rincón de ese ambiente ofrecido por la naturaleza.
Marco Aurelio jamás imaginó que siglos después allí tendría lugar un espectáculo para soñar.
El escenario inmenso y majestuoso se preparaba para recibirlo.
Un haz de luz formaba un círculo para contenerlo.
En las sillas los espectadores parecían seres pequeñitos, en sus manos las cámaras fotográficas encendían cientos de luciérnagas.
Los músicos elevaron el tono de las melodías, preludio de la aparición del artista.
Cada canción provocaba sensaciones diversas, la voz , sinfonía cristalina, inundaba cada rincón.
Siempre se brindaba a su público con pasión, logrando que el silencio solo fuera cortado por la caída de una lágrima traviesa producto de la emoción.
Entre sus manos el pañuelito blanco asemejaba las alas de un pájaro, pronto a secar la frente del gran tenor.Conmovidos por la música en ese instante comprendimos que éramos un ejército de seres casi imperceptibles unidos por la admiración.
Hoy el gigante habita una estrella lejana, desde ese espacio celeste nos envía el caudal de su voz.
Está durmiendo el sueño de los grandes, alguna vez nos encontraremos con Él.
http://www.youtube.com/watch?v=2uYrmYXsujI
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