Friday, October 24, 2008

EL RELOJ DESCOMPUESTO




Se han detenido las agujas de todos los relojes.
¿Cómo mediremos la intensidad de las horas que compartimos?
No nos importó amarnos más allá del tiempo.
Tus manos sabias recorrían la geografía de mi cuerpo.
Renovábamos el amor a puro fuego, nos entregábamos hasta sentirnos extenuados tus besos cálidos encendían nuestros sentimientos.
No conocíamos el cansancio, alimentábamos el fuego de nuestro amor.
Pudorosas las sábanas se deslizaban por nuestros cuerpos, solo se recortaban las imágenes de nuestros contornos adheridos como las enredaderas a la pared.
Las caricias y besos nos llevaban al éxtasis.
Nada podía ser perfecto.
Un día tu voz cambió, emitías sonidos desconocidos para mi, la piel suave se tornó rugosa.
Sentí miedo, ya no caminabas, reptabas por cualquier superficie, solo conservabas el color de tus ojos, celestes y límpidos como el agua del océano.
Intenté navegar en ellos, percibí que estabas aterrorizado, de nada servía sumergirme en la superficie agitada de tu mente.
Desconocías tus propias formas.
En un instante te transformaste en un extraterrestre, no alcanzaba a comprenderte.
De mil modos te pedías que regresaras al hombre que había amado siempre, las lágrimas surcaban mi rostro, nada te detenía, te habías convertido en un extraño imperfecto.
Tus manos gélidas querían acariciarme pese a mi rechazo.
La alarma del reloj me despierta, aún tiemblo.
Froto mis ojos, estás a mi lado durmiendo plácidamente, acaricio tus cabellos, te despierto con un beso.
Adoro tu sonrisa, reímos juntos, no sos un alienígena que comparte mi vida, mi cama, sos el hombre que he elegido para siempre.
Otra vez despejamos las pesadillas entregándonos al amor eterno.
Mil veces repetiré cuánto te amo, más allá de todos los tiempos.
Las manecillas del reloj vuelven a funcionar normalmente.

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