LABERINTOS DE LA VIDA

Desterrado de Creta el arquitecto griego Dédalo construye el primer laberinto del que se tenga conocimiento en la historia.
Allí en esa construcción de avanzada para la época, encerró a su amigo Minotauro.
De esa manera recobraría el poder que lo había desterrado de la Isla de Creta.
Necesitaba ser reconocido nuevamente como el hacedor de laberintos de los que resultaba casi imposible salir sin ayuda.
Minotauro no se quedaría tranquilo mientras no recuperara la libertad.
En sus tiempos libres afilaba hachas de ambos filos para convertirlas en armas poderosas ante el opresor.
No tardó desde su lugar de encierro en armar un pequeño y poderoso ejército integrado por hombres de su confianza que lo ayudarían en el objetivo final.
Prontamente obtuco su libertad.
Cuando las sombras de la noche cubrían suelo ateniense tomó por asalto el palacio donde vivían Dédalo en compañía de su hijo Ícaro, un joven soñador que acompañaba a su padre por no tener donde estar.
Minotauro y sus hombres tomaron prisioneros a los dos hombres.
El encierro lo cumplirían en el mismo lugar que había sido su cárcel temporal.
Dédalo observaba los movimientos del laberinto.
Imposible escapar.
Cientos de guardias custodiaban el lugar armados con las peligrosas hachas de doble filo.
Por las puertas no se podían fugar.
Sé dedicó a construir alas de cera para escapar por las claraboyas de los techos.
Aconsejó a su hijo que volaran juntos.
Pudieron huir.
Ícaro desoyó los consejos de su padre.
Decidió volar muy cerca del sol,
Las alas de cera pronto se derretirían.
Ícaro murió en el fondo del mar.
Esta es una de las leyendas de la mitología griega que encuentro fascinante, pletórica de ternura, cuando ese papá aconseja a su hijo.
Trazando un paralelismo con mi realidad, igual que el arquitecto griego, también, perdí mi mejor obra.
Un hijo luminoso que sin querer dejó a su mamá en las penumbras de un laberinto del que no puedo salir.
Tampoco tengo la certeza de querer escapar.
Dentro del laberinto te puedo cuidar.
Soñar las veces que quiera que es siempre.
Pensarte sano y vital.
Nunca hubieras sido como Ícaro.
Pese a tu juventud sos un ser pensante y si algún día decidimos emprender vuelo juntos, no será rumbo al sol.
El destino se equivocó.
Le indicaron que viniera por dos pasajeros y como muchas veces es caprichoso solo te llevó a vos.
Seguramente el destino no tiene hijo por lo tanto no conoce del amor existente entre madre y heredero.
Tesoro estoy cansada de esperar.
Sé que soy ansiosa.
Todo esto no ocurriría su hubiéramos viajado los dos.
Te contaría tomándote de las manos cuan difícil es vivir son que puedas corporizarte.
Sumergida en la profundidad de tu bella mirada sabrías de la intensidad de mi amor.
Recorreríamos extasiados la belleza del paraíso celestial.
Cumpliría con mi deseo de darte un beso.
¿Acaso el Ser Superior que te llevó a encender las estrellas no sabe que es normal que una mamá desee darle un beso al ser que trajo a la vida para que viviera siempre?
Te amo, por ello te pido una vez más que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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