REGATA AL CIELO

Estoy en el puerto de
Olivos.
Desde aquí saldrá una regata con destino a Colonia en la República Oriental del Uruguay.
Cientos de veleros se han anotado en una carrera que ya es tradicional.
Todas las familias trabajan para izar las coloridas velas que impulsadas por el viento acompañarán en la pequeña travesía.
Mujeres con sus hijos con fuerza atan las sogas por las que luego se izarán las velas sosteniéndolas de manera firme.
El velero que ocupa Laura es el más bello por sus colores celestes y blancos.
Asemejan a n cielo con nubes.
Insiste para que la acompañe.
En la embarcación son todas mujeres hay espacio para dos más.
Mi respuesta es un rotundo no, pues le tengo terror al agua.
Cuando naveguen río abierto sentirán absoluta libertad.
Me quedo un rato más en el puerto observando a los rezagados que ríen porque no han podido salir con el conjunto de navío.
No compiten por ningún premio en especial.
Todos son navegantes y les agrada compartir idéntica pasión.
Busco las escalinatas que dan al río.
Un lugar que me trae bellos recuerdos.
Miro las aguas color león.
Una brisa suave trae un poco de fresco.
Es una calurosa mañana de verano.
Como te pienso en forma constante con la ayuda de mis musas asocio el color de el velero de Laura con los colores de tu cielo.
No tendría miedo de abordar esos pequeños barcos si supiera que el destino es la esfera celestial.
Te encantaría verme llegar en un medio así.
Cuando eras un niño, no te cansabas de pedir que te enseñara a realizar barquitos de papel.
Podías pasar horas viendo como se deslizaban por el agua.
Te ponías mal cuando por exceso de aquella se deshacían.
Querías que duraran un poco más.
Cuando terminabas de jugar, decías que comprarías un barco grande para que viajáramos los dos.
Al decirte que no era necesario que fuera enorme si era para los dos, concluías diciendo que era por mi miedo a las profundidades de los cursos de agua.
A todos tus proyectos siempre anteponías mis gustos o seguridad.
No olvidabas incluirme en cada uno de ellos.
Un ser de luz que demostraba su amor filiar con acciones inolvidables.
Hemos compartido los mejores momentos hasta que el destino se interpuso en medio de los dos.
Se sufre la ausencia.
Los actos cotidianos ya no estarán nunca más.
Me produce confort que el paso del tiempo de alguna forma nos va acercando.
Te amo, por ello te pudo que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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