Tuesday, May 21, 2019
DELIRIOS
Los terrenales intentamos no tener alucinaciones.
Ello nos llevaría al sitio donde nadie quiere estar por el simple hecho de conservar la hipocresía de fatuos estatus o modos de encarar cada realidad individual
Seguramente los exegetas, aparentemente interpretes de los libros sagrados que vaya a saber por qué, jamás accedimos a esa lectura.
Lectura escrita por humanos como vos o yo.
¿Nunca nos equivocamos?
Sería imperdonable pensáramos de esa maneta tan acotada.
¿Por qué decidimos no leer cada uno con absoluta libertad?
Es simple.
Para dar un ejemplo podría mencionar La Biblia.
¿Por qué lo escribo con mayúscula?
Por respeto a mis lectores.
Aquellos que se dan a conocer a a los anónimos que valoro sin hacer diferencias.
¿Cuál es el motivo que me llevaría a creer en versículos transcriptos por otros hombres?
No puedo preguntar si eran sabios o elegidos dado que en este momento tan singular de mi realidad, mis dilemas tienen una cuna para descansar.
¿Es como el mobiliario que contiene el descanso de un bebé?
No.
Es una manera literal de nombrar aquello en lo que la mayoría de los terrenales sustentan sus creencias.
¿Son portadores de verdades absolutas quienes han entregado su tiempo para transmitir textos sacros?
Como siempre abrigo mis dudas.
Días atrás desconté la manera de reaccionar que ostentan los fanáticos para hacer creer que sus relatos están inmersos en la lectura de un relato mentiroso que les conviene.
¿Tengo la potestad de juzgarlos?
¡De ninguna manera!
Los seres libres, sin ningún tipo de ataduras, cualquiera fuera su índole, poseemos la capacidad para elegir.
¿Quién puede aseverar que aquello que defienden los talibanes de pensamientos, poseen absoluta verdad de aquellos paradigmas a los que se aferran como si fuera su tabla de salvación?
Allá ellos y sus conciencias que se rinden ante lo material.
Puedo decir con orgullo y probarlo, que a ninguno de los dos llegaron a cautivarnos la música desapasionada entonada por las sirenas, habitantes de las profundidades del mar.
¿Por qué elijo imágenes en blanco u negro para estos contactos?
No poseo explicación razonable.
Están en alguna parte.
Ellas me animan a entretejer historias relacionadas con vivencias propias.
Mi visita hacia el lugar donde se encuentran tus cenizas, acompañada, por uno de tus hermanos del alma, lejos de aclarar mis vacilaciones las acrecentó.
¿Por qué?
Realizando un análisis de la situación arribé a la conclusión que era yo, por ley natural de la vida quien debería estar allí.
¿Qué hago en el mundo de los terrenales y humanos?
No tengo respuesta basada en el sentido común que pueda reflejar mis pensamientos.
Estoy.
¿Debo agradecerle a algún ente en especial?
Diría que no.
Sigo secuestrada, muy en contra de mi voluntad.
¿Hasta cuándo tendré tolerancia?
No lo sé.
Mientras siga derribando mitos, más deseos tendré de estar a tu lado.
Tesoro, nuestra visita a la Cruz Mayor, se transformó en una especie de estigma a la que no encuentro explicación fundada en la razón.
¿Podré resolver este enigma?
No.
El costo es muy alto.
No hago referencia a lo material, sino a lo sentimental.
¿Está preparada una mamá para despedir a su hijo?
No, definitivamente es antinatural.
Jamás cederé a la asimilación de tu injusta ausencia cuando siempre tendrás demasiados suelos por cumplir.
¿Es un auto mecanismo para defender mi sentir?
No.
Jamás renunciaré a mi búsqueda.
Donde quiera se halle el hijo que trajo a la vida, el instinto maternal logrará se acerque al ser que más ama en el mundo.
¿Pensé en renunciar a aquello que me sostiene para seguir?
No, jamás.
Eso lo hacen los seres que transitan por el mundo terrenal y su órgano más sensible para cuidar es el bolsillo.
¿Qué efectos causan en mi racionalidad?
Ninguno, cuando mi objetivo es el reencuentro.
La miseria intelectual de ellos no puede rozarme.
¿Esta actitud es la causante de encontrar enemigos ocasionales?
Tal vez.
No me quita el sueño esa probabilidad.
Quienes se jactan de conocerme, entiende que mi derrotero sos vos.
¿Cuándo aparecerás en mis sueños?
¿Provoque tu enojo al llevarte ramos de flores blancas a las entrañas de la tierra donde supuestamente descansan tus cenizas?
Mi existencia es un cúmulo de dilemas.
Lo tomo como la mochila que deben cargar hasta el final las mamás que como yo, estamos atravesando la peor de las tragedias.
Todas y cada una, estamos unidas por la misma cuerda.
¿Será la que señale el camino de sus existencias
en otros planos, es la manera de mencionarlos?
¿Cuándo saldré de este estado de enigmas sin resolver?
Más allá de las flores que te dejé, que nada tienen que ver con las del epígrafe, ¿Has podido observar las mismas imágenes que yo?
Los álamos movidos por la brisa de una tarde otoñal, impactaron en mi alma.
Parecían acariciar la inmensa mole de cemento inmaculado.
¿Por qué las palomas si son pesadas en el quehacer cotidiano, surcaron el espacio en vuelo etéreo?
¿Puedo olvidar ese panorama?
Nunca.
Por un segundo llegué a pensar que viejas creencias regresaban a ser parte de mi intelecto.
Solo fueron segundos incapaces de cambiar mis paradigmas actuales.
Preciso volver a creer o eso deduzco en mis momentos de desesperación.
¿Quiénes me leen alguna vez en sus vidas estuvieron casi mil cuatrocientos días sin abrazar a sus hijos?
¿Qué hicieron con los besos destinados a ellos?
¿Pueden imaginar el dolor de no poder mirar a los ojos a sus descendientes?
¿Comprende por que no creo en casi nada?
¿Cómo es posible que ciertas mujeres abandonen al hijo de sus entrañas en los sitios más extraños?
¿Son madres o pertenecen a especies desconocidas?
¿Pensaban que utilizaría otros términos?
No puedo adjetivar la barbarie.
Nada justifica el abandono.
Quiero a mi hijo de manera imposible de cuantificar.
¿Fue justo quien lo arrancó de mi lado de firma intempestiva?
Ni en los sueños más delirantes podría aceptar la verdad.
Lo repito, “Los hijos no deben morir”
Tesoro de mi existencia, espero resolver con tu ayuda mis tribulaciones.
¿Servirá?
Si es una de las pruebas por las que debo atravesar para encontrarme con vos, aún cuando desde hace aproximadamente tenga dudas de todo.
Realizaré todos los esfuerzos necesarios para encontrarte.
¿Es demasiado pedir dar un beso a un hijo?
No debería ser un acto natural y habitual?
¿Están tristes tus mejillas ante la falta de muestra el amor más importante que existe en el mundo?
No te preocupes, mi cielo, sos el único propietario del contenido de ese bolso especial.
¿Marchitan como las flores que te llevé los besos que se pierden en el espacio existente entre la vida y la muerte?
¿Podrías esperarme un poco más?
¿Cuánto tiempo?
No lo sé.
Mis ansias circulan a contramano de aquello que me ofrece ese vector inmutable denominado destino.
Quiero y no puedo.
Otra vacilación entre muchas otras.
Juntos las resolveremos para que pueda sentir un poco de felicidad.
No te abrumes.
Siempre estoy.
Reitero mi petición de siempre, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=YEDSWurtngk
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