Querido hermano:
No encuentro paz, te confieso que tampoco la busco en forma desesperada.
Sé que pronto serás padre, me hubiera gustado ver a mi sobrino, ser para él algo tangible, contarle de mi vida errante, decirle que el loco que se apoderó de mi alma tiene nombre de mujer.
Ella desvía mis días hasta transformarlos en noche, donde no se ven los rayos de la luna ni el titilar de las estrellas.
Son noches vacías a las que acompaña mi inseparable amigo, el licor.
No descanso, soy un joven viejo que pinta sin pausas.
En las telas reflejo lo que siempre quise tener, tulipanes que solo viven en mi imaginación, campos azules, los mismos que recorro cuando amanece y en el horizonte el sol quiere regalarme una vida que no tengo.
Te confieso que quise plasmar en un cuadro la figura de ella, la vestí de blanco, guantes largos escondían sus manos, nunca supe si eran pájaros dormidos que descansaban en su nido negándome una caricia.
Para su boca elegí el rojo de los rubíes, tan lejanos que nunca podría regalarle un beso, su cabello es del color de mis girasoles, lo adorné con delicadas flores, pero en el momento de pintar sus ojos no supe como hacerlo.
¿Dime hermano se puede pintar el desprecio?.
Paseo solo por las afueras de París, es verano y la campiña es un estallido de colores y aromas.
La soledad me impide admirar tanta belleza.
Voy camino al pueblo, me encuentro con mujeres que venden su hermosura, pero nada me importa, comprendo que un rato de placer no será capaz de borrar de mi alma la sensación de compartir un momento con ella.
La imagino en mis brazos, contemplo su belleza y me pierdo.
No existe el mundo ni sus vivencias más allá de ella.
No quiero que veas mi decadencia espiritual.
Elegí este momento de sobriedad para escribirte, decirte que sos quien me sostiene y todo lo que no pude expresar cuando mi mente estaba nublada por el alcohol logrando que mi soledad se agigante.
Cae la tarde la decisión está tomada.
Te regalo mi obra, siempre serás el único dueño.
Los últimos rayos de sol se adueñan del paisaje, no escucho el trino de los pájaros, desaparecieron los colores todo se ha tornado gris, tanto como mi alma, el dorado muta a negro, no puedo esperar más.
Vive la vida que no he tenido, ama sin temer las consecuencias, mira cada amanecer, comprende que la vida es bella, no me extrañes, no llores mi ausencia, en algún lugar te estaré esperando.
Vincent
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