Hace mucho me construyeron en un predio enorme.
Todos los materiales nobles que puedas imaginar los tenía en mi interior.
Ventanales de cristal permitían que vieras la cordillera, los jardines cuidados o el azul de las aguas del lago.
Habitaciones lujosas albergaban a los turistas.
Mullidas alfombras rojas recibían sus pasos.
En la cocina se podían pedir todas las exquisiteces que puedas imaginar.
Cientos de empleados cuidaban que todo estuviera en su lugar, parecían pertenecer a un ejército a punto de cumplir una misión.
Fui abandonado por la desidia de mis dueños, decían que era oneroso mantenerme, que la gente prefería viajar al exterior.
En poco tiempo me fueron desnudando, no quedaron vestigios de las alfombras, cada uno que pasaba por aquí se llevaba un recuerdo.
Cuando quitaron los cristales de las ventanas intuí que en cualquier momento sería una montaña, no como las que engalanan el frente sino de escombros.
Me sentía solo, el césped crecía sin parar, a nadie le importaba.
Una licitación compuso aquello que quedaba de mi, trabajaron más de un año para devolverme mi vieja aparencia.
Me cambiaron parte del nombre.
Hace unos cuantos días me están preparando nuevamente.
Lustran el bronce, todo debe brillar.
Desde ayer llegan aviones que traen a las figuras más importantes de cada país, no los pude ver ya que estoy alejado de la estación aérea.
Los autos importados estacionan en el frente.
Cientos de personas se van a reunir aquí, por las banderas que han colocado en el salón principal presumo que son representantes de diferentes sitios.
Te preguntarás por qué mi presunción, es que aquí nadie comenta nada, todos trabajan en silencio, casi en secreto.
¿Tendrán algo valioso para esconder?
Llega ella a dar la bienvenida a los visitantes, con voz monocorde inaugura la cumbre de los países del sur.
No se parece a la que muchas veces pronuncia discursos vacíos de contenido, o muestra enojo elevando la voz.
La reunión durará varias horas, con auriculares los asistentes escuchan las disertaciones de los distintos mandatarios.
Agua de marca francesa, café o jugo para atemperar el esfuerzo de las cuerdas vocales.
Comienza a lloviznar, los onerosos autos recogen a sus pasajeros.
La noche se dibuja en la cordillera, el silencio ocupa el lugar.
Llega la hora de descansar, no lo haré, voy a meditar sobre lo sucedido aquí.
Voces destempladas que no permitieron llegar a ningún acuerdo para la zona.
Gastos y más gastos para nada.
Espero algún día recibir a seres humanos que se ocupen de la paz de sus pueblos deponiendo sus propias ambiciones, que trabajen por el bien común.
Antes de irme a dormir, quiero presentarme, soy el viejo hotel Llao Llao, hoy me llaman Resort.
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