Acudirá a la audiencia de conciliación acompañando a su cliente.
Durante la noche buscó mil formas para que no fuera declarado culpable.
Juan es responsable de los insultos que profiriera a un grupo de custodios de un funcionario.
Espera con argumentos sólidos evitar exponerlo a un juicio innecesario.
Ha tenido otros casos que se solucionaron con una retractación pública.
Puntualmente concurren a un coqueto edificio, la otra parte no se presenta, solo lo hacen los abogados.
Resisten todas las propuestas presentadas por la abogada, la mediadora no pone demasiado esmero en su trabajo.
Observadora como pocas una sola palabra que pronuncia le indica a la profesional que quien debe mediar en la cuestión ha sido convencida por los abogados del demandante.
El juicio oral se llevará a cabo en un mes.
La sala sorteada no ofrece ninguna confianza, los jueces que la integran no son de carrera, obtuvieron sus cargos por amiguismo.
Largas y tediosas jornadas esperan a quien ha cometido el delito de exacerbarse ante la injusticia de un Ministro que atropelló con su auto a un jóven desprotegido, sabemos que los chóferes de esos personajes no respetan las reglas de tránsito.
Juan cruzaba con el muchacho, salvó su vida milagrosamente.
Mientras asistía al chico herido, el auto de los custodios se detuvo con el objetivo de comprar voluntades para que el episodio quedara impune.
Furioso Juan profiere un insulto.
No se explica cómo cambiaron la historia, el podría reconocer a las personas que custodiaban al ministro quien en el momento del accidente siguió su camino.
La acusación por calumnias e injurias la eleva el funcionario cuando la realidad es otra.
Durante el juicio se presentan testigos, en la última fecha declara el agredido, ingresa a la sala en un silla de ruedas, aún no está recuperado del accidente.
Declara ante el tribunal, cuenta los hechos sin perder ningún detalle, dice que Juan lo auxilió y perturbado insultó al jefe de los custodios.
El tribunal indica un receso de treinta minutos, pasado ese tiempo, dictarán sentencia.
En la sala contigua al tribunal los asistentes del jurado no cesan de atender los celulares.
Desde las altas esferas le ordenan a los jueces el veredicto.
Ambiciosos de poder conservar sus lugares, ingresan a la sala.
Con voz monocorde el secretario procede a leer el fallo, por unanimidad declaran culpable a Juan, lo condenan a seis meses de prisión de cumplimiento efectivo.
La abogada apela.
Los Jueces del Tribunal de Casación leen el expediente, no pueden aceptar los términos del escrito que condena a un hombre inocente, con rapidez inusitada revocan la sentencia.
La profesional que representa a Juan desiste de cobrar honorarios.
Mañana a primera hora presentará un escrito para solicitar un jury de enjuiciamiento contra los integrantes del Tribunal que condenaron a su cliente.
En dos meses serán desplazados de sus funciones es la única forma que encuentra para que aquellos que deben impartir e interpretar la justicia de una vez conozcan la diferencia entre culpable y responsable.
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