No me resultó difícil encontrarla.
Camina por la orilla de la costanera.
El mar se confunde en el horizonte con un cielo carente de nubes.
Me saluda con cariño.
No hace frío por lo tanto la invito a sentarnos en una de las escalinatas que llevan a la playa.
En principio la conversación será de carácter trivial.
Le comento que ayer al pasar por su casa, parecía deshabitada, pese a que conocía el motivo preferí me lo contara, sabía que ello la ayudaría a que pudiera desahogar el dolor que la acompaña desde que su pequeño partió.
No quise invadirla con preguntas que pudieran acrecentar las heridas que tiene el interior de su ser.
Habló de su noche de suelo interrumpido, me resultó impactante que el descanso nocturno se cortara en dos horas muy especiales para ella, las últimas horas que habñia pasado con su hijo.
A media mañana como lo hace casi diario se dedicó a escribirle al niño dueño de sus desvelos.
Jamás le diría a una mujer tan golpeada por la vida que deje de recordar.
Pese a la angustia que la embarga percibo que tiene ganas de hablar y yo de escucharla.
Con voz pausada, esas voces que envuelven con su sonido al interlocutor relata que quisiera recordar solo los momentos felices que le regaló su hijo.
Le pido que no se apure, en la universidad aprendí que el duelo en algunas personas demora más que otras.
Dice que no quiere ser la responsable o el motivo para que el alma de ese angelito no se eleve al Reino de los Cielos,
Hace más de un mes que leo su obra, no solo los últimos cuentos sino que salpico con otros de años anteriores.
El cambio es lógico y notorio, como ella misma expresara en sus letras antes jugaba con aquellas.
La tragedia logró que las mismas dieran un giro inesperado.
No soy mamá sin embargo puedo comprender el cambio.
Al observarla noto que dea cambiar, no para ser la misma de antes, eso es imposible sino que desea parecerse a la mujer que fue cuando estaba plena.
Respondo que ese cambio fluirá como la vida misma.
El golpe que le asestó el destino necesita tiempo para elaborar el duelo.
No es lo mismo que muera un ser querido que la muerte de un hijo.
Comenzamos el camino de regreso.
Esta tarde iré por primera vez a su casa, desea mostrarme fotos de todos los integrantes de su familia, invitación a la que accedo encantada.
El crepúsculo asoma por uno de los ventanales dando paso a la noche que se avecina.
Ahora estoy en mi casa, como instantáneas pasan las horas que hemos compartido.
Pese a su figura pequeña puedo afirmar que estuve en compañía de una mujer gigante que sabe lo que quiere y la manera de obtenerlo.
Aplaudo que haya evitado concurrir a un psiquiatra,
Pocos seres humaos se animan a transitar por la realidad sin la atadura a kos medicamentos.
Sé que de este abismo saldrá sola.
En mi retina guardo la imagen de su angelito, si algún día Dios me da la bendición de ser madre me encantaría que fuera como ese niño que desde cualquier fotografía irradia luz.
Muchachito no he tenido la dicha de conocerte en persona, te fuiste antes de que viniera a este lugar.
Soy consecuente lectora de quien te dio una vida que el Señor quiso fuera yan breve.
Comprendo más que nadie la necesidad de tu madre de estar con vos.
Por todo lo que viví hoy lo me animo después de mirar tu sonrisa, de observar las filmaciones que como un tesoro están guardadas en tu habitación, de haber tenido la posibilidad y deleite de escuchar tu voz en la magia de una computadora, repito me animo a pedirte que nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=wcX5i0xrj0A
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