Thursday, August 18, 2016
EL DOLOR APLASTA
Hijo de mis entrañas no puedo pasar mucho tiempo sin escribirte debe ser porque sé que allí donde estás tenés la potestad de leer cada letra que te dedico.
No puedo abordar otros temas como antes, el dolor de la ausencia es un gigante que se hace presente cada mañana cuando despierto y no te encuentro.
Siempre creí que Dios me había encomendado la misión de formar una familia, ser bendecida por la llegada de un hijo tan hermoso como vos y cuando escribo ese adjetivo no hago referencia a los atributos físicos.
Eras tan transparente que se podía observar a simple vista la belleza interior.
Esa que solo pudieron palpar quienes te amaron y hoy tratan de hacer esfuerzos sobrehumanos para que salga de este pozo cenagoso en el que vivo desde tu partida tan prematura.
Como sabrás he tenido que realizarme algunos chequeos de rutina.
Uno de ellos requirió el uso de sedación suave.
Rechazo desde que no estás todo tipo de tratamientos pues mi vida carece de todo sentido desde tu ausencia.
Solo Dios conoce los misterios de la mente, ignoro cuanto tiempo estuve bajo los efectos de la anestesia.
Solo puedo afirmar que durante el período de inconciencia creo haber soñado con vos.
Puede que al entrar en aquel estado la mente humana solo tenga el último recuerdo, las últimas vivencias,
No tengo la respuesta a ese acontecer, solo puedo afirmar que en eso parecido a un sueño estabas vos.
Fue placentero observarte despojado de sufrimientos, tu imagen era demasiado nítida, en segundos logró que desaparecieran todos los miedos previos que son naturales ante lo desconocido.
Al despertar relaté al médico mi experiencia, no dijo nada, solo me devolvió una sonrisa cargada de ternura mientras sostenía mi mano.
Si así es el paso que antecede a la muerte una pincelada de paz infínita me aprisionó por unos segundos.
Asocié la diferencia con todos tus padecimientos la mayoría de las veces innecesarios.
Un Ser Superior decidió que partieras para evitar que tu cuerpo fuera objeto de más torturas a sabiendas que ninguna de ellas podría mantenerte con vida.
Tu destino estaba escrito,
La intuición de madre me hizo sentir en los días previos que el final estaba próximo.
Callé para que no sufrieras, cerré la canilla de las lágrimas que pugnaban por salir de mis ojos cual río caudaloso que desborda su cauce por el efecto de la furia del viento.
Prometí acorazar mis lágrimas para que no sufrieras más.
Inventaba historias de viajes que sabía no realizaríamos nunca.
Quería que tu tránsito al mundo celestial fuera tranquilo, despojado de agobios y angustias.
Apenas tenías fuerzas para responderme, solo acariciabas mi cabeza.
Fueron muchas veces las que me rogaste que no derramara una lágrima.
Hijo mientras duró la internación pude contenerlas.
Ahora no, cada recuerdo compartido las trae como un torrente.
Sé que te provocan tristeza porque te siento más cerca que nunca.
Quienes han pasado por circunstancias parecidas dicen que el tiempo cura las heridas.
Respeto cada postura sin embargo quienes me alientan y sostienen en forma constante hacen esfuerzos para que me sienta bien.
Es posible que el tiempo restañe las heridas, no lo niego ni lo afirmo.
Quizás cure las lastimaduras en forma superficial, tal vez se formen cicatrices, pero debajo de esta el dolor está en estado de ebullición constante para recordar aquello que mientras se tenga un hálito de vida jamás podrá olvidarse.
Quiero que sepas que para el momento que Dios decida nuestro reencuentro trataré que me veas como antes, sin livídeces en el rostro que te lleven a adivinar el calvario que significa no tenerte.
De todos los dolores imagino que un ser humano puede llegar a recuperarse.
La muerte de un hijo amado está fuera de esas proyecciones.
Muchas veces me asalta el desaliento cuando me veo privada de acariciarte, verte, sentir tu perfume, tu voz que añoro.
Es difícil que otros comprendan la angustia que se siente cuando se escucha la voz del quien ha partido hacia el reino de los cielos.
No sé si llamarlo suerte, la tecnología me permite escucharte cuando quiero.
No alcanza mi cielo mi anhelo es oír tu voz, dejar de acariciar el monitor de la computadora que me devuelve tu imagen.
Cada mañana, cada instante de mi vida si es que así puede denominarse acudo a las grabaciones que dejaste.
No puedo conformarme. Mi sueño es volver a verte tal cual eras, risueño, a veces serio, demasiado responsable para tu edad.
Pqueño gigante que desafiaba los designios del destino con una sonrisa.
In ser demasiado especial que con su mirada era capaz de arrancarle una sonrisa a las piedras.
Amante de la naturaleza, un humano que encontraba belleza en una tortuga.
Episodios que recuerdo con un amor incondicional y me hacen trazar un paralelismo con el gran escritor que fuera Cnrado Nalé Roxlo quien ante la presencia de un perro sin vida al que todos rechazaban encontró belleza en la muerte al comparar los dientes del animal con perlas preciadas.
Mi punto de partida es un círculo, que comienza y termina en tu recuerdo.
Escribir que te extraño como jamás lo hice con nadie es poco o nada comparado con la inmensidad del cariño que supiste ganarte.
No soy la dueña del tiempo daría mi vida por serlo.
Quisiera tener por un segundo la energía que me llevara a manipularlo.
No es posible, apenas lo tengo asumido.
Mientras con ansiedad espero que llegue el momento del reencuentro soñado vuelvo a pedirte como siempre, que jamás olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=DenOuREQSkw
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