UNA MUJER MISTERIOSA

Uno de mis temas favoritos es la mitología griega.
Hoy quiero referirrme a la Diosa Principal del Olimpo, Palas Atenea.
Deidad de la antigua Grecia, adorada por quienes amaban las artes, la justicia y también la guerra, en este punto no coincido con su pensamiento a veces errático,
Quienes amamos vivir en un mundo donde reine la paz duradera que no solo se da en los discursos sino en las acciones no podemos venerar a una Diosa del Olimpo pues ese pensamiento belicoso opaca otros más valiosos como su amir por las artes y la justicia.
Nadie es perfecto, ella tampoco.
Se dice que era una mujer de carácter irascible, nunca fue vencida por nadie pese a que su imperio no solo se´circunscribía al sitio que había nacido sino porque llegaba a regiones asiáticas y a otras lindantes con el Mediterráneo.
Fue amada y odiada por sus condiciones de gran estratega.
Los estudiosos manifiestan que hasta el día de hoy rigen algunos de sus preceptos sobre todo los referentes a las artes y la justicia.
Pocos recuerdan su condición de guerrera implacable.
Podría afirmarse que fue una de las impulsoras de lo que hoy conocemos como movimientos feministas, acuerdo con ellos siempre que las razones que los motiven tengan raigambre pacifista.
No tuvo la suerte de ser bendecida con la llegada de un heredero de haber ocurrido su pensamiento tal vez hubiera sido menos duro.
Aquí quiero trazar un paralelismo con mi propia vida si bien no me reconocería jamás como una deidad griega o etrusca.
Simplemente soy una mujer como tantas otras a quien el destino bendijo con la llegada de un hijo, un ser amado más allá de la vida terrena.
Un humano luminoso que no necesito comparar con ningýn dios de la Grecia antigua pues nació dotado de un carácter especial que quienes lo conocían no dudaban en quererlo.
Hoy que no estás físicamente mi vida o algo que se parece a aquella transcurre en armonía, armonía que solo es perturbada por la soledad que produjo tu ausencia temprana.
Conocés mis gustos no solo los que transcurren en la vida sino también los que pueden darse después de una muerte inesperada.
Insisto los hijos no deben morir.
Ustedes son los encargados de despedir a sus mayores.
En mi caso soy la excepción que admite toda regla i precepto, tuve que ser yo quien reconociera tu cuerpo inerte, la que cumplió con tu deseo de ser incinerado pues más alá de la desaparición física sabía de tu amor por la libertad.
Nunca me acostumbraré que el destino torció mi voluntad y el hermoso cuerpo de mi hijo adorado se convirtiera en un puñado de cenizas que mantuve a mi lado durante treinta y nueve días.
No había día que no conversara con ese cofre de fina madera,
No podía soportar que estuvieras solo.
Todos los días como si fuera una contradicción del destino converso con vos pues siempre estarás a mi lado.
Estuvimos juntos desde el principio hasta ese final que no puedo borrar de mi mente.
De a poco y con tu ayuda estoy resurgiendo como el Ave Fénix de mis propias cenizas.
Nunca me cansaré de repetirte cuanto te quiero y lo hago en tiempo presente porque te siento a mi lado.
Escribir que te extraño no es ninguna novedad.
Manifestar que añoro tu mirada tampoco.
Nunca pretendería que moraras en el Olimpo, el espacio que estás es más acogedor y tibio.
Mi corazón te contiene y será así mientras respire.
Gijo de mi vida te quiero más alla de la eternidad que aún no conozco por ello siempre te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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