Friday, September 08, 2017

BRUMAS






Mercurio en la mitología romana era hijo de Júpiter y Maia.
No era de los dioses más importantes pues no todos los terrenales comprendían como se podía venerar a una deidad que vivía entre las brumas.
Brumas a las que fue condenado por intentar tomar la identidad del dios griego Hermes.
Mercurio en su ambición por ser considerado fue condenado a vivir entre aquellas, siendo inmortal y vitalicio.
Una de sus tareas era llevar a los terrenales los sueños que indicaba Morfeo, en el momento que estaban durmiendo.
Cual Mercurio desde tu ausencia mi vida se desarrolla entre brumas.
Brumas que impiden observar con nitidez todo aquello que ocurre a nuestro alrededor..
No se trata de falta de afecto o amor hacia quienes nos quieren y hacen lo posible para que en algún momento aquellas se disipen y vuelva a salir la luz.
No existe adjetivo que pueda dimensionar el dolor y tortura que siente una madre que ha perdido un hijo.
Todos los humanos en algún momento de sus vidas han visto partir a sus seres queridos.
No hay nada que se compare con la partida del ser que se concibió para traerlo a la vida y que ésta se desarrollara dentro de los canones normales o habituales.
La ausencia de un hijo no se compara con ninguna otra vivencia.
El dolor se lleva como se puede aún cuando resulte insoportable.
Despertar cada día sin la presencia del ser que más amamos es como morir en dosis pequeñas.
Dagas invisibles van asestando puntazos en el alma y no es fácil recuperarse.
Tengo un sueño recurrente.
Rodeada de brumas espesas, me encuentro de rodillas ante una cruz de madera.
¿Te preguntarás para qué?
Intentaré despejar los pensamientos para explicarlo de una manera comprensible.
En esa soledad donde solo puedo observar la talla de madera, al no saber rezar, converso con el mismo Dios que te acunó en sus brazos al llegar a las puertas del cielo.
En cada conversación las brumas lentamente toman espesura.
Tanta que no puedo ver si hay alguien más a mi lado.
Siento tu presencia incorpórea y los temores de la soledad de ese espacio desconocido comienzan a aclararse.
Despierto con la almohada mojada en llanto.
Más que nadie quisiera entrar en un sueño profundo, tener alas incorporadas a mi cuerpo para poder volar a tu lado.
Como siempre serías el mejor guía.
Con las alas entrelazadas llegaríamos a cualquier destino, incluida la eternidad a la que imagino mejor que la vida terrena donde reinan actitudes mezquindades, que lejos de ayudarte te hacen sentir en el peor de los mundos o mejor expresado en el inframundo del que tanto hablaban las deidades griegas.
Muchas veces ante mi reiterada pregunta ¿Para qué sigo transitando la tierra?, me responde que si Dios me dejó aquí tan lejos de vos físicamente es porque debo cumplir una misión.
Entiendo que mi misión en la vida terrena fue formar una familia completa como el común de los humanos.
Sola carece de sentido esto que se parece a una vida porque aún respiro.
En muchas ocasiones me apresa el sentimiento de culpa.
Algo no hice bien para recibir tremendo castigo.
Me perturba y acosa pensar si supe transmitirte todo el amor que te tengo.
Reconozco que soy impaciente y ansiosa.
En este caso tan doloroso ¿Para qué seguir viviendo en contra de mi voluntad?
Te extraño, sobre todo tu mirada tan triste como profunda.
Tu voz a veces riendo y otras cantando.
Te amo más que nunca.
Detesto esta espera a la que he sido sometida.
No poder darte un beso cada mañana me desespera.
No es digno que una madre no pueda besar a su hijo amado.
No me queda otra alternativa que esperar mi dichoso momento.
Mientras el tiempo transcurre, como a diario te reitero mi pedido, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=YmIOvmWPTzU

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