UN BOSQUE AZUL

Juntos transitaremos por un bosque de ensueño.
Estuve allí en estado onírico, rogando soñar con vos.
No es un bosque como los que se conocen habitualmente.
El follaje de sus árboles es de color azul.
Azul como el cielo diáfano en el que habitás y no me dejan estar.
Tampoco puedo acercarme demasiado pues siempre se interponen muros invisibles que imposibilitan pueda avanzar con el único propósito de abrazarte y darte uno de los besos que tengo guardados para vos.
Ese espacio encantado dicen que está habitado por criaturas que suelen vivir allí.
No puedo dar fe de ello pues en mi caminata no las pude visualizar.
En el acceso existe un camino de lavandas.
Los matices que van desde el rosa al lila contrastan con ese tomo inusitado que posee el lugar.
Suaves los dorados rayos del sol, logran que el aspecto sea encantador.
Lejano se puede escuchar el sonido de las melodías de los pájaros, cuyos trinos suenan sin cesar.
Mi deseo es visitar ese sitio con vos.
No en sueños sino en la realidad.
Te imagino buscando especies naturales como las ardillas que no llegué a ver.
Quizás en la profundidad de los sueños, ese sitio fascinante no exista u sea parte del firmamento que deseás comience a conocer.
Es posible que así sea.
Pocas veces he sentido tanta paz.
Es cierto, hacía falta para completar la escena tener tus manos entre las mías.
Como siempre, hubiera caminado sin cuidado de tropezar con alguna piedra o la raíz saliente de la tierra de alguna especie que antes nunca pude ver.
Como todos los bosques los senderos para caminar son angostos.
En los laterales no hay flores silvestres sino matas de lavanda otorgando una fragancia exquisita.
Tengo la certeza que al estar siempre a mi lado, sin que lo note, pudimos compartir esa experiencia tan misteriosa como mágica.
Sabés que nunca estoy totalmente sola.
Tu compañía constante en mis pensamientos, me lleva a ese grado de certidumbre.
Como cualquier mamá, mi sueño hubiera sido caminar a tu lado.
Corporizada tu imagen para fortalecer aún más, los sentimientos que existen entre una madre y su hijo.
Te extraño.
No he pasado por el sitio donde descansa la urna que contenía tus cenizas.
Una pequeña caja de noble madera que dejó se elevara tu alma para que compartieras esa nueva vida con los seres que te amaron con amor del bueno y te antecedieron en el camino.
En pocos días se cumplirán tres años de tu partida hacia otras dimensiones.
Una pregunta logra perturbarme.
¿Podrás reconocerme cuando llegue hacia vos?
¿Te encontraré?
Interrogantes para los que nadie tiene respuesta.
Detesto que el destino me recuerde que debo esperar.
No debe conocer que lo sé.
Tesoro, no tengo demasiadas alternativas.
La espera es tan angustiante como tediosa.
Conozco tu paciencia y sabiduría.
Percibo que en este preciso instante estás sonriendo ante mis ocurrencias.
Como siempre renuevo mi pedido, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.


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