La luna se divisa en su fase de cuarto creciente en un cielo azul profundo cargado de estrellas titilantes cual diamantes acompañadas de majestuosas constelaciones.
Puedo pasar horas. admirándo con fascinación la esfera celestial donde se encuentran quienes como vos han dejado suelo terrenal.
Más allá de tan trágicas circunstancias permanecen vívidos en el alma de quien los trajo a la vida con la intención que permanecieran corporizados, a nuestro lado por siempre.
En muchas ocasiones los anhelos no llegan a cristalizarse, no se transforman en realidad tangible.
Encuentro pequeñas dosis de paz mirando ese cielo en el que habitás.
En el camino, tan enigmático como solitario encuentro una perfumada rosa olvidada.
Decido tomarla en mis manos con el único propósito de elevarla lo más alto que pueda mi brazo extendido para que su delicada fragancia llegue a la eternidad.
Muchas noches en las que el sueño es difícil de conciliar pienso en tu crecimiento.
Cada día compartido eran sinónimo de felicidad.
Felicidad que quedará para siempre en el recuerdo.
Sentimiento que jamás regresará, cuando se ha tenido una pérdida difícil de dimensionar.
Muchas veces la culpa me asalta por haberte retado.
No alcanza que comprenda que era parte de tu formación.
Afortunadamente, esas pequeñas reprimendas concluían con un abrazo y un beso.
Algo que hoy necesito repetir, sin lograr concretar esa necesidad tan básica como es una demostración de amor maternal.
Siento orgullo por haber traído a la vida a un ser tan luminoso como vos.
La mayoría de mis lectores que no ha tenido el placer de conocerte puede pensar que es fanatismo hacia el hijo ausente.
No es así.
Quienes te amaron con amor del bueno, comparten mi pensamiento.
Es tan terrible como doloroso transitar el resto de nuestros días en soledad.
Si bien estás alojado en mi alma y pensamiento, siento impotencia al no poder visualizarte.
A medida que el tiempo transcurre, no me alcanzan esas vivencias.
Deseo imposibles.
La resistencia a no tenerte como quisiera, aflora con intensidad.
Jamás asumiré que mi hijo está muerto.
La realidad es demasiado cruel.
No puedo disfrazar las palabras por duras que se lean.
Tengo por costumbre expresarme de la misma manera que aparece mi sentir.
Nunca he tenido enemigos, a nadie le deseo transite el dolor que me toca vivir.
Sé que no soy la única madre que atraviesa adversidades tan espantosas.
El horror nos hermana.
Todas sabemos que los hijos no deben morir.
Tesoro, la vida carece de valor cuando el destino nos arranca de nuestro lado al ser que más se ama.
Cansa la espera.
Pocos comprenden mi deseo de estar con vos.
En algún momento ocurrirá.
No sé como ni cuando se producirá el reencuentro soñado.
Sé que comprendés que en contra de mi voluntad debo seguir esperando.
Mientras el tiempo no se detiene solo puedo renovar mi pedido, nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=gIU2FrNFLGM
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