Los aromas se mezclan, otorgando más belleza al despertar de la mañana.
Abrazada a la pérgola, la bugambilia contiene en el colorido de sus flores recién nacidas todas las pasiones.
Alineados los naranjos dejan caer perfumados azahares hasta formar una alfombra sobre el césped recién cortado.
Pacientes esperarán el advenimiento de los frutos, será el momento en que los árboles vestirán su copa con esferas anaranjadas.
La niña juntará las flores, antes de colocarlas en la canasta de mimbre, sentirá la exquisita fragancia que aún conservan los azahares.
Quiere armar una corona para su reina imaginaria.
Cómo decirle que en pocas horas las flores mutarán del blanco al ocre.
Sentada sobre el pasto parece un ángel, la brisa juega con los cabellos dorados.
Ningún orfebre tendría la paciencia y habilidad necesarias para engarzar los delicados tallos.
Las dos sonríen cuando el objeto está terminado.
No le dirá que la duración será efímera como un sueño.
La pequeña sabe que serán los últimos azahares que tenga en sus manos, guardará la imágen en una foto.
Pronto otros paisajes esperarán su arribo, será el instante de reunirse con los amigos que quedaron en uno de los lugares más bonitos de la tierra.
Reproducirá la fotografía varias veces, confeccionará marcos que la contengan.
Se despedirá del jardín, de sus flores preferidas, de cada rincón de la casa que la albergó los últimos tiempos.
Caminará descalza por la playa, otro mar helado le impedirá jugar en el agua.
Mañana el viento frío enrojecerá su rostro.
El encuentro con los chicos hará brotar lágrimas de alegría.
Juntos recorrerán otros caminos.
Presurosa obsequiará a cada uno la foto de la corona de azahares.
Unidos compartirán ese nuevo trayecto del destino.
http://www.youtube.com/watch?v=AAhWlSpN4dM&feature=related
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