El camino que lleva al bosque está poblado de árboles que entrelazan sus ramas.
Se abrazan antes de quedar desnudos.
La brisa ligera arrancará cada hoja, hasta formar una alfombra cobriza que cruje bajo los pies del caminante.
El sendero es un pasaje a los sueños.
A los costados crecen coloridas flores, serán las últimas en perder los pétalos para que solo se observe la mata verde que sostenía los tallos.
Tibio el sol se esconde en las aguas del lago, con picardía le hace un guiño a la luna, tan fría, lejana.
Los pájaros mudarán los nidos a sitios más protegidos.
Se detiene un momento para admirar este espectáculo gratuito que la naturaleza regala.
La primera helada hará caer todas las hojas.
Enmudece ante tanta belleza.
Tiene tiempo para fotografiar esas postales que nacen cada otoño de su vida.
Le hubiera gustado llevar el caballete, la tela, pinceles que plasmarían ese lugar por pocos conocido.
Así mostrarle al mundo que ese sitio fue bendecido.
Una mano inmensa diseñó el espacio, propició que los árboles se fundieran en un abrazo eterno, como si de esa manera pudieran evitar los embates del viento brusco que convertirá en otro panorama la vista actual.
Sabe que no puede detener el tiempo en ese instante donde la hermosura brota por todos los rincones, la mejor manera de preservarlo es guardarlo en sus retinas.
Imagina los copos de nieve que no tardarán en llegar, sostenidos en los brazos desvestidos de follaje.
El ciclo continuará para renovase.
Han pasado varios meses, otra vez el mismo sendero sin bifurcaciones, otra vez los colores.
Ya no camina sola.
http://www.youtube.com/watch?v=U8v12M2mRVM&feature=related
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