Necesita despegar, pese a los ruegos de sus padres ha tomado la decisión de vivir sola.
Debe crecer sin apoyarse en los seres que tanto la quieren y han oficiado como amorosas columnas hasta hoy.
La casa elegida es confortable, enclavada en una suave colina, le permite disfrutar de la belleza del paisaje.
Los ventanales del comedor están orientados en dirección a lago, en las orillas garzas rosadas muestran sus majestuosas y estilizadas siluetas, contrastan con el azul del espejo de agua.
Los empleados de la compañía de mudanzas, acomodan los muebles bajo la discreta mirada de la dueña.
Varios canastos quedan en el salón, con tranquilidad ordenará los libros en la biblioteca.Aún tiene que abrir algunas cajas para ordenarlas.
En el fondo de una de ellas está el álbum familiar, algunas fotos están amarillentas .
Sentada en la escalera del muelle comienza a mirarlas.
Nunca conoció a su abuelo materno.
Le hubiera gustado que como a los otros niños de su edad ,le contara cuentos o caminar tomados de la mano riendo por las travesuras que hermanan a los chicos y ancianos.
Pasear por los canales vencianos sin otro mandato que vivir enamorada del paisaje, de la gente, en definitiva del amor.
A sus preguntas referidas a la ausencia de ese ser desconocido respondían con evasivas.
Mira las fotos de la abuela embarazada de su única hija, siempre está sola, junto a las rosas que cultivaba o bien parada debajo de las glicinas, en todas puede observar la mirada perdida, la actitud expectante de quienes esperan.En la última hoja del álbum encuentra un manuscrito contiene un nombre, fecha de nacimiento, data de la muerte del quien en vida fuera el párroco Joaquín Toledo.
Irá a conocer el nuevo barrio, soñará con una góndola, un chansoniere cantará solo para ella.
"Que c'est triste Venise
Au temps des amours mortes
Que c'est triste Venise
Quand on ne s'aime plus"
Como en todas las ciudades pequeñas en una de las esquinas de la plaza se erige la capilla , antigua construcción de madera lustrada que se conserva impecable.
Necesita, desea hablar con Dios.
Sentada en el primer banco observa las placas de las donaciones de algunas imágenes, en todas, los fieles han dejado alguna flor.
A la izquierda asoma la fotografía de un sacerdote, curiosa se acerca.
Jazmines y azucenas frescas contenidos en un florero impiden ver la placa dorada, las desplaza, asombrada lee idénticos datos a los del manuscrito.
Lejos de sus afectos conoció la figura de su abuelo, agrega otra flor, tributa una lágrima, recuerda la canción que cantaba la abuela.
"On cherche encore des mots
Mais l'ennui les emporte
On voudrait bien pleurer
Mais on ne le peut plus"
Estos recuerdos inmersos en la tristeza no me pertenecen son absolutamente tuyos, como las fotos color sepia.
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