Cada noche, sin importar el lugar físico en que me encuentre, Astrea, la diosa griega de las estrellas, convoca a Eolo, el dios de los vientos, con el propósito que disipe las nubes que impiden pueda apreciar cada una de ellas y sus constelaciones.
Una deidad generosa.
Ella, como mujer, sabe de mi profunda tristeza, nacida en el momento de tu ausencia.
¿Te gustaría saber donde estoy?
Has visto que viajé al sur de nuestro país.
La intención era alejarme del ruido de la ciudad.
En soledad puedo pensarte mejor.
Conocés te encontrás tallado con fino cincel en mi alma.
Pese a esa circunstancia, entiendo que en las noches despejadas observando el firmamento, siempre tengo la posibilidad de encontrar tu luz.
Luz que ayuda a cada estrella a vestirse de cristal.
Unas nubes blancas como suaves motas de algodón querían opacar la esfera celeste.
Gracias al dios de los vientos quien actuó con magia y celeridad, las disipó.
Ambas deidades conocen mi necesidad de admirar las noches límpidas, buscándote.
Recuerdo mis viajes no tan lejanos en la máquina del tiempo.
Ello me permitió conocer culturas milenarias, profundizando el conocimiento sobre la mitología griega.
¿Recordás mi primer encuentro con Sófocles?
Un joven admirable.
Abandonó su promisoria carrera política, también la de jurista para dedicarse a las letras.
Un joven apasionado nombrado en los himnos de Homero por su sabiduría.
Tendría que regresar a esos viajes.
Poseo un reclamo para Cronos, el dios consagrado al tiempo, no cumplió con sus promesas.
¿Por qué será que las diosas mantienen con firmeza sus palabras y promesas?
El Olimpo no era territorio feminista.
Ellas, con su belleza supieron mantener hasta el día de hoy su palabra.
Admiro a la deidad venerada por ser quien me otorga la gracia de verte en cada una de las estrellas.
¿Sabés que tengo necesidad de vos?
¿Cuándo mis utopías se convertirán en tangible realidad?
No mi cielo, en esta ocasión no se trata de cumplimentar un deseo de características exóticas.
Es simple, por un momento quiero puedas corporizarte para fundirnos en ese abrazo que espera.
Un beso dormido, una caricia en tu cabeza.
La complicidad de nuestras miradas conversando como ayer.
Faltan pocas horas para el amanecer.
En este instante Eos, la diosa de la noche, comienza a derramar lágrimas por su hijo perdido.
Hasta qie los dorados del Sol comiencen a brillar, todas las flores estarán vestidas de gala.
En cada un de sus pétalos estarán pequeñas gotas de rocío, emebelleciéendolas
Ahogo mi propio llanto para no hacer te sientas mal.
Mientras camino hacia el hotel a preparar mis maletas con el fin de regresar a mi refugio, quiero contarte que elegí mi vuelo sea en las primeras horas de la noche.
De esa manera, pensando que el pájaro de alas plateadas que me transporta, puede acercarme un poco más a vos, podré iniciar una nueva búsqueda celestial.
Mi tesoro, sabés que te amo siempre un poco más.
Debo seguir esperando.
¿Por qué?
Mientras tedioso transcurre el tiempo, vuelvo a pedirte que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=swnyTyIt_zE
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