Wednesday, April 10, 2019
SEÑALES
Buenos días luz de mis días oscuros.
Sos quien le otorga luminosidad a este camino brumoso en el que tus alas impiden tropiece una y otra vez.
Aquí estoy.
Alejada de la humanidad para entregarme al ostracismo total.
Ignoro si lograré mi objetivo.
¿Podías ayudarme una vez más?
¿Hacia dónde quiero llegar?
Al eje de mi memoria.
Necesito imperiosamente rastrear cada uno de los detalles producidos desde tu advenimiento, colmado de felicidad, a las penumbras aparecidas inmediatamente en el instante en que por óden deun humano médico debimos internarnos.
Es cierto.
El tsunami vendría después.
Arrasador de vidas inocentes.
Vidas que deberían haber continuado.
No solo la tan amada e irremplazable tuya, sino de los otros integrantes del ejército que pariera con vos.
¿Llegaste a conocer a un integrante de ellos?
¿Transitaron algunos solo provistos de la temible como rechazada soledad?
¿Podrías decirme en qué sitio puedo encontrarme con vos?
¿Es una ficción?
Antes que se produjera el albur, apagando con sus manos imaginarias la brillantez de constelaciones, precio a apagar el fulgor de las estrellas dándole paso al albur de cada mañana con sus tintes naranjas y rosados en el horizonte apareció Odile en la puerta de la cabaña en la que resideré hasta el día veintinueve inclusive de este mes.
¿A que sé debe esa fecha en particular?
Con horror ese mismo día del mes de agosto de hace cuarenta y cuatro meses, tuve que reconocer tu cuerpo yerto, enfundado en una bolsa mortuoria.
Dramática e impiadosa circunstancia.
¿Era necesario recibir a mi hijo en una funda de plástico negro?
Demasiado parecida a las bolsas de residuos.
¡Por favor estabas vos!
¿Cómo fueron capaces de vulnerar los sentimientos de una mamá?
Míos o de otras.
Carece de relevancia.
¿Por qué tan aberrante situación?
¿Era necesario pedir a la empleada de la morgue descorriera el cierre para darte el beso postrer?
¿Son insanos o ignorantes quienes proceden así?
Como te contaba, Odile por haber atravesado idénticas circunstancias, sabe que puedo dejarme estar.
Como vos quiere que siga en este suelo terrenal que lejos de confortarme produce mi hastío.
En una canasta prolijamente cubierta por un paño blanco, traía mi desayuno.
El aroma logró identificara al instante la tarta de limón.
¿Recordás que era la en la que ambos sucumbíamos?
Desde tu ausencia temprana, no he vuelto a prepararla.
¿El motivo?
Carecería de tu apreciación.
¿Cómo se alimentan en el lugar que habitas u es que el mismo existe?
Los pensamientos aprisionan el raciocinio.
El viernes antes de partir hacia este destino donde me quiero encontrar, recibí la visita de uno de tus hermanos de la vida.
Sos selectivo,
No preciso decirte a quien hago referencia.
¿Por qué no lo nombro como rodos lo conocen?
Simple respeto a su privacidad.
No te gustaría develara su nombre.
Podes estar tranquilo, tampoco te he mencionado a vos.
Solo saben que el tuyo tiene siete letras.
No hace falta más que ello.
Luego del café de la sobre mesa, el ser a que hago referencia tomó el libro en el que dejaste señales antes de viajar quien sabe a qué lugar.
Es uno de los ejemplares que traje en mi equipaje.
Releyéndolo, no pude evitar la conmoción.
¿Qué sentimientos te acorralaron cuando supiste que morirías?
Ambos conocíamos el trágico desenlace.
Preferimos callar.
¿Será que la mente no desea reconocer semejante dolor?
¿Es un mecanismo para conservar la especie?
¿No se han dado por aludidos, cuando expresé más de una vez que no deseo estar aquí?
¿Conocen que permanezco en contra de mi voluntad?
Odile luego de dejarme el desayuno partió hacia su vivienda.
¿Por enésima vez habrá evocado a Lis?
Es posible.
Despierto pronunciado tu nombre.
¿Has podido escucharme en alguna ocasión?
Mientras releía pasajes del libro que me regalaste, apareció una rosa, de color ojo punzó, para apoyarse en una de las páginas, indicadas por tu mente luminosa.
¿Ha sido otro de tus envíos?
Probable, posible.
No lo sé.
Como tantas otras veces conmoviste los latidos de mi corazón.
¿Es fácil releer las señales marcadas cuando vivías?
No.
Te imagino en soledad.
Sabiendo de tu partida.
Igual que yo.
¿Faltó que nos dijéramos algo en el transcurso de esos quince días previos a tu muerte?
¿Qué fue?
Siento tus dedos sobre mi cabeza.
Tu voz cansada pidiendo “No llores mamá”.
Mis historias cargadas de mentiras piadosas diciéndote que no estaba presa del llanto.
Buscando excusas para que no sufrieras.
¿De dónde sacaste tanta sabiduría para soportar el fin inexorable y fatal?
¿Cuál fue la falla que nos tomó como prisioneros?
¿No alcanzaron más demostraciones de amor?
Han pasado varios días.
Lamento nos acerquemos al día fatal.
Lejos de marchitar sus aterciopelados pétalos, la flor rojo pasión sigue como el primer día.
¿Otra señal de la inmensidad del amor más incondicional que puede existir entre un hijo y su mamá?
¿Hace mucho tiempo que no te digo cuanto te amo?
Tal el ser insomne que va perdiendo la razón por falta de descanso adecuado, así me siento yo.
Atrapada entre señales que no deseo reconocer.
¿Por qué?
Jamás asimilaré tu muerte.
Una insensatez.
Estás vivo en cada célula de mi ser.
No te veo.
Es cierto.
No soy necia.
Todo pasará, “Nada dura para siempre”, era tu axioma favorito.
Tampoco la ausencia eterna.
Te amo con toda la energía que a diario recibo de vos.
Por favor. Nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=9ZKyJCuk1I8
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