Cutral-Có es una bella ciudad de la Patagonia, allí tiene su residencia el viento.
La plaza central tiene una belleza infinita, los árboles han entretejido sus ramas para abrazarse, en verano las hojas se mueven ofreciendo un lugar para descansar en los bancos de madera o tan solo para observar el verde.
El entramado del follaje es tan denso que impide el paso de los rayos de sol.
Desde las columnas de alumbrado dos bochas sonríen imitando la cara redonda de la luna llena.
Son los últimos días de verano, una familia pasea, los más chicos piden tomar un helado.
Sus integrantes son humildes como la mayoría de los nacidos en ese lugar alejado, aman la tierra, trabajan en ella hasta arrancarle todos los frutos.
Mañana es un día especial, los más chicos jugarán en el patio cuidando de no romper ninguna maceta donde la dueña de casa acuña sus tesoros verdes, algunos tienen flores, otros hierbas que servirán para aromatizar la comida.
Ella en voz baja le comenta a su marido que tiene miedo de escuchar el sorteo que convocará a los nuevos conscriptos, el padre trata de tranquilizarla cebando unos ricos mates.
Omar pese a que se alimenta bien es muy frágil, en su cuerpo delgado quedaron las señales de las enfermedades que tuvo cuando era un niño.
La señora se muestra inquieta, en sus manos estruja un pañuelito bordado.
El locutor anuncia los números del sorteo, la mamá de Omar ahoga el llanto en su garganta, el papá trata de disimular las lágrimas diciendo que una basurita ha entrado en sus ojos.
Mañana acompañarán al hijo mayor a las puertas del cuartel, los abrazos y besos son interminables, nadie piensa que serán los últimos.
Amorosa la madre le dice que en unos días vendrán a visitarlo, le traerán nuevas mudas de ropa y en recipientes adecuados la comida que a él más le gusta.
El Coronel patriota lo recibe con una sonrisa, amablemente despide a los padres del muchacho.
Somete al jóven a los peores ejercicios aquel responde con un desmayo, se ha quedado sin fuerzas.
Ofuscado el malvado arrastra el cuerpo hasta un lugar escondido, lo golpea con tanta fuerza que provoca su muerte.
De regreso al Casino no contará que ha traicionado a su bandera.
Los padres están listos para la primer visita, en un bolso llevarán comida y golosinas para el novel patriota.
No lo encuentran, las autoridades inventan cualquier excusa.
El padre formula denuncias ante la ocurrencia del hecho.
En el cuartel niegan todo inclusive el teniente asesino colabora con la búsqueda del conscripto.
Al cabo de unos días la familia recibe la peor noticia, su hijo ha muerto.
Ocultan pruebas, el teniente no dice dónde está el cuerpo de Omar.
De nada servirá a esos padres que por decreto se termine con el servicio militar obligatorio.
En los funerales de Omar le entregan una bandera, nada, ningún símbolo, ninguna acción podrá devolverles la vida de su hijo.
Omar Carrasco intentó servir a la patria, un traidor terminó con su vida.
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