Quiero horadar tu corazón como hace el agua cuando desgasta la roca.
No entiendo cómo te has llamado al silencio, antes tus palabras brotaban como un vergel.
Me veía reflejada en cada una de ellas.
Dotados de imaginación construimos nuestro refugio.
¿Recuerdas?
Estaría cerca del mar, a los dos nos gustaba mirar la danza infinita de las olas.
Techos de tejas rojas donde graciosa se deslizaría la nieve, paredes blancas, inmaculadas como el amor que nos profesamos, ese que se enciende como los leños que crepitan en el hogar, el mismo que regala chispas de fuego a nuestro amor infinito.
Como ángeles descansan los niños, hebras doradas, rojizas o azabaches desparramadas en almohadas repletas de sueños presentes y futuros.
Imaginamos el jardín que rodearía la casa, elegiríamos flores perennes, los dos amamos los obsequios de la naturaleza.
La fragancia envuelve nuestros sentimientos, el humo de habano deja volar sus cenizas al viento.
Sabes que te espero.
Conocemos nuestros tiempos.
La ansiedad de estar juntos para concretar los sentimientos.
Ven a mi lado ,la noche se encendió de estrellas, entre las hojas del libro de poemas que me regalaste ,descansan amarillas los pétalos del jazmín de nuestro primer encuentro.
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