Sabio es el hombre sincero de mirada transparente que pese a las arbitrariedades, no permitió que su corazón se convirtiera en una piedra.
Sabio es el que tiene llegada a todos enhebrando palabras.
Sabio es quien no se aferra el pasado y deja un legado al futuro.
Sabio es quien intenta recrear su primer amor allá en la eternidad.
Seguramente Luz te esperará con la sonrisa de siempre, juntos atravesaron los caminos de la injusticia.
Hombre sencillo si los hubo, artífice de las letras que quedaron grabadas con el cincel de una pluma en el alma de quienes accedieron a su obra.
Te despidieron con pompas y honras, mil flores acompañaron tu partida.
Miles de pétalos se elevaron al cielo para hacerte compañía.
Quisiera caminar por las calles que transitaste, sentir en mi carne tu inspiración que no se apagará jamás.
Cantar con lágrimas en los ojos los versos que convertiste en canciones, buscar en las calles de tu Montevideo natal, los olores, la fuerza que te incitó a seguir siempre sin importarte mucho que el traidor por envidia te haría viajar a países lejanos, ignorando que tu obra trascendería todos los espacios, todos los tiempos.
Me niego a mirar tu imágen envuelta en puntillas bordadas por los ángeles, no buscaré el nombre en las cintas de las ofrendas que recibiste.
Tampoco veré a los soldados que formaron una muralla al lado de tu féretro.
Para mi estás vivo, para siempre guardaré tu recuerdo en un rincón enrejado del alma.
Cuando el atardecer cambie el color de las aguas del océano, allí sentiré que estás recitando tus versos.
Hasta pronto Mario.
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