Saturday, February 13, 2010

LA ESPERA*



Hace tiempo que no juega con sus amigos a la pelota en una plaza, tampoco puede concurrir normalmente a la escuela, disfrutar de los recreos con sus compañeros.

Reírse con ellos de las travesuras propias de los que están dejando la niñez.

Compartir una película en un cine de barrio, todo ello le está vedado.

Nació con un problemita en las vías respiratorias, nadie sabe si de haber vivido en condiciones dignas la historia hubiera cambiado.

Muchos hermanos viviendo hacinados en una pieza de madera de dimensiones pequeñas, edificada a la vera del brazo de un río donde el agua no canta desde que se tiñera de color negro, donde en lugar de barquitos de papel, navegan botellas que dejó la desidia ajena.

Pese a la pobreza la madre jamás dejó de llevarlo al médico, siempre tuvo asistencia, primero en la salita vecinal, hasta que los doctores entendieron que la enfermedad del niño necesitaba un tratamiento más complejo.

Ella nunca bajó los brazos, dejó a los otros hermanos al cuidado de familiares para no separarse jamás del hijo enfermo.

Pasaron fechas en las que todos festejan en familia, recibían la visita de un payaso saltarín que apenas le arrancaba una sonrisa.

No era justo que estuviera postrado en una cama cuando recién comenzaba a vivir, otras veces acompañado del tubo de oxígeno está sentado en una silla de ruedas.

Incansable su madre golpeó todas las puertas, los mañana se multiplicaron, ella necesitaba un hoy para alejar la muerte.

El joven necesita un transplante, no integrará la lista de emergencia hasta que esa madre consiga un lugar habitable para llevarlo.

La señora justicia obligó a las autoridades a concederles una casa.

La carpeta con los antecedentes del niño "G" pasaba de un lado al otro, almas miserables no encuentran o no quieren hallar solución a un tema delicado.

Necesitada de todo, acepta un subsidio, sabe que a duras penas logrará cubrir el alquiler de una modesta vivienda.

Por supuesto que el tema no está solucionado, el niño hace un año que está internado esperando, expuesto a contraer enfermedades intrahospitalarias que pondrían en más riesgo su salud ya quebrantada, ese chico debe vivir, alimentarse, tomar remedios de por vida .

Entonces con lágrimas en los ojos esa mamá que podés ser vos o yo se pregunta

¿Hasta cuándo el desprecio por la vida de los otros?

¿Hasta cuando la soberbia?

El niño “G” espera que todas esas preguntas alguna vez se resuelvan.


*Inspirado en un niño residente en Argentina, que espera un transplante, integrará la lista de emergencia nacional cuando tenga un sitio para recuperarse.

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