Estoy en prisión por un crimen que no cometí.
Lo poco que tuve lo conseguí a fuerza de trabajar la tierra.
¿Ves mis manos?
Están arrugadas, por ellas pasó la vida.
Conseguí un abogado de oficio, para conseguir mi libertad, me sugirió que mintiera para salvarme.
Me negué rotundamente, Dios sabe que jamás he cometido delito alguno.
A los golpes fui traslado a esta prisión, la reabrieron hace pocos años.
En un tiempo fue famosa por albergar a prisioneros que la historia les otorgó una entidad que no tenían.
Fábulas y más fábulas para entretener a los ciudadanos que habitan mi tierra amada.
Los inviernos aquí son demasiados fríos, encadenados como las bestias nos llevan al bosque de arrayanes a juntar leña, turba que será colocada en los calderos de los pasillos de la cárcel del fin del mundo, no calentarán nada.
No veo a mi familia, sin embargo ellos saben que soy inocente.
Los altos costos de los viajes me separaron de todo, jamás volví a sumergirme en el remanso de los ojos de mi mujer, no pude acompañar a mis hijos en su crecimiento.
Sé que mi carcelero con una botella de licor desestima las cartas de nuestros amores.
Por las tardes apoyo mis manos curtidas por el frío en el negro alambre.
No me da vergüenza soñar despierto.
Te aseguro que desde este pasillo veo el mar que muere en la playa.
No sabés como le gustaba a mi compañera de toda la vida caminar por la arena.
Una vez le regalé una sombrilla para que se protegiera de los rayos de sol.
El Paraná rugía, en su cauce torrentoso se llevaba nuestros sueños.
Jazmín nuestra hija menor ya debe tener diez y siete años, elegimos ese nombre dado que fue la primera flor que le regalé a mi novia.
Sé que los muchachos son hombres de bien.
No estoy dispuesto a terminar mi vida detrás de las rejas sin motivo que lo amerite.
Con Juan el artesano compartimos muchos momentos, él también está preso por negarse a entrar en las filas de la corrupción.
En la última salida encontramos una piedra angulosa tirada en el camino.
Cuando el rumor del mar acalla su voz, cuando la luna se esconde, cuando el frío como látigos golpea nuestra piel, Juan le da forma similar a una faca filosa, me alcanza.
La decisión está tomada.
Mataré al carcelero.
No me importará que de su cuello brote un manantial rojo.
Los recuerdos desordenados agitan mi mente.
Los recuerdos desordenados agitan mi mente.
Besaré la foto de mi familia antes de matarlo.
Ellos comprenderán, seguiré siendo un preso, ahora con causa.
http://www.youtube.com/watch?v=Ek4qqkJ9950&feature=related
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