Friday, May 21, 2010

AMAR SIN LÍMITES



Ambos cursaban estudios en el mismo instituto.
Una mirada sería la flecha que uniera dos corazones que palpitaban al unísono.
En la fiesta de graduación intercambiaron alianzas, intentaban encerrar el amor para siempre.
Disfrutaron juntos el último verano, ignoraban que el destino prepararía para ellos una jugada.
Mariela viajaría al exterior con el propósito de perfeccionar sus estudios.
La despedida fue una tortura para ambos, no pensaban vivir sin la compañía del otro.
Al principio mantenían una relación fluida pese a las distancia.
Cada correo producía en la pareja las ganas de dejar todo para fundirse en un abrazo eterno.
Soñaban despiertos con un futuro compartido.
Pasado un tiempo los mail comenzaron a espaciarse, hasta que el silencio invadió con torpeza todos los espacios.
La vida continuaba.
En un viaje a Capri ella creyó enamorarse de un hombre altivo, sugerente.
La belleza del lugar haría el resto.
No tardaron en casarse a orillas del mar Tirreno.
Al poco tiempo la pareja comenzó a resquebrajarse, pese a que recibía todos los halagos, se sentía monarca de un reino de arena.
Viajaban por el mundo, se sumergían en diferentes culturas tratando de salvar lo insalvable.
No estaba en el espíritu de Mauro otorgarle el divorcio.
Nada la conformaba, de aquella mujer dulce no quedaban vestigios.
Sentía la necesidad de liberarse, el mundo material no le atraía.
Optó por no acompañar a su marido en el último viaje de negocios, prometió esperarlo en la mansión que habitaban.
En su ausencia preparó la maleta, no se llevaría nada que no fuera de ella, quería liberarse.
En el aeropuerto sacó un pasaje sin rumbo fijo, quería huir para siempre.
Después de muchos años pudo conciliar el sueño.
En pocas horas el avión aterrizaría en El Cairo.
Adoptó las costumbres del nuevo lugar, el shador apenas dejaba libre sus ojos.
Visitando una muestra de pintura, encontró a su viejo amor.
No estaba solo.
Lloró en silencio, una mujer elegante se colgaba de ese brazo que había sido suyo.
Podía sentir el calor de los abrazos pasados.
Al llegar a su refugio estaba presa de las lágrimas , los recuerdos acudían sin permiso a su mente atormentada.
Volvieron a encontrarse como antes, a partir del beso que selló el encuentro decidieron estar juntos.
No les importaba que los señalaran como amantes, bebían cada gota de la vida como si fuera la última.
Escondidos de las miradas ajenas eligieron ser amantes.
Cada encuentro encendía las pasiones, hacían renacer el amor que se habían prodigado años antes.
Buscaron un lugar en el mundo para no sentirse espiados.
Lejos de miradas inoportunas se amaban sin límites.
Un viaje a Padua sería el próximo destino.
El tiempo había dejado pequeñas señales en sus rostros.
Finas hebras de plata asomaban en los cabellos, suficientes para formar lazos indestructibles.
La búsqueda de sus parejas no cesaban.
La decisión estaba tomada, estarían juntos para siempre.
El crepúsculo teñía de rosados y violeta el cielo.
Arena dorada, brisa suave dejaba al descubierto los esqueletos abrazados de otros amantes.
No tenían dudas.
El momento de perpetuar el amor había llegado.
Un beso apasionado selló el pacto.
Nada los ataba a la vida.
La daga brillaba en sus manos, un movimiento preciso atravesaría el corazón de la persona que más había amado.
El brillo del metal la obnubilaba.
Otro más acabaría con ella.
Ninguna muerte podría separarlos.


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