El comisario Rodrigo Valdeón Díaz llega al puerto en compañía de los poetas que pudo liberar del encierro.
Antes de bajar del crucero les hará cambiar sus disfraces de pájaros por vestimentas acordes a la ocasión, el funcionario recibirá medallas de reconocimiento y un portafolio repleto de euros.
Cree que podrá disfrutar de sus ganancias, Rocío la hija menor será premiada con un viaje soñado, más una propiedad en una isla paradisíaca.
Los otros hijos recibirán un departamento cerca de Madrid.
Iluso que programa destinos.
Ignora que ellas, las escritoras, por obra de la casualidad han aterrizado en una base del conurbano bonaerense justo el día que se celebraba una fiesta.
Reunidas en un hangar traman la venganza.
Mientras los aviones hacen piruetas en el cielo, ellas se rearman con maquillaje, tienen que estar como diosas para enfrentar al hombre que intentó que se perdieran en el espacio.
No diré como consiguieron ropas nuevas, tampoco es necesario que conozcan el nombre de la líder, todas son una, una es todas.
Alguien les avisa dónde está el comisario, intentando gastar su fortuna.
El cielo se pinta de colores con las destrezas de los aviadores.
El objetivo de las señoras es un avión Hércules.
La panza de la nave albergará a estas heroínas de las letras.
Permanecen calladas, algo difícil cuando se trata de mujeres.
Están bellísimas con sus ropas nuevas.
Rostros sonrientes, han tenido tiempo suficiente de recomponer sus imágenes.
El Hércules les permitirá armar nuevas jaulas.
Encuentran los elementos necesarios en el interior de la nave.
En un cajón descubren candados con las llaves correspondientes, los reparten para guardarlos en los bolsos de mano.
Ella será la encargada de entretener a quienes descargan el avión.
Cada jaula está tapada con una lona de color verde.
Alquilan un vehículo para asistir a la ceremonia donde nuevamente será condecorado el comisario.
Una de ellas hará abortar la operación inmobiliaria de Rocío.
Están más juntas que nunca.
El operativo es perfecto.
En pocas horas abordarán un crucero para regresar a su patria.
En la bodega del navío están las jaulas.
Un cartelito de madera indica cada nombre.
Las súplicas del comisario no causan efecto.
Todas decretan que jamás podrá utilizar el dinero mal habido.
La misión ha sido perfecta.
Ellos jamás pensarán en desafiar a un puñado de mujeres sin pensar que sus vidas terminarían dentro de una jaula en los jardines de un monasterio.
http://www.youtube.com/watch?v=eocDHaWmk7M&feature=related
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