Tuesday, February 19, 2019

ALADAS




La galería de arte está cerrada.
Han estado preparando la primera muestra de cuadros del maestro del pincel iraní Mahmoud Farshian.
Orgullo para el mundo orienta y posteriormente para todo el orbe.
Los pisos de roble del salón asignado para esta exposición parecen un espejo.
En la noble madera pueden reflejarse cada una de las bellas imágenes plasmadas en la tela.
Los empleados han trabajado contra reloj.
Exhautos, se retiran para un merecido refrigerio.
No han advertido mi presencia.
He tratado de mantener la respiración de manera sutil.
Quiero ser la primera en descubrir cada una de las obras.
El silencio nuevamente será mi cómplice.
En esta ocasión será partícipe del disfrute brindado por la contemplación.
¿Cielo podés verme desde la dimensión en que estás?
¿Existe o es solo una quimera para quienes conservamos las ilusiones de un próximo reencuentro?
¿Cuánto tiempo faltará para que se produzca?
¿Volveremos a vernos?
¿Podré sumergirme en la profundidad de tu bella mirada?
¿No son demasiados casi cuarenta y dos meses para estar imposibilitada de conversar con el lenguaje de las miradas?
¿Qué ha pasado en casi tres años y medio?
¿Por qué cuando formulo este tipo de preguntas, nadie responde?
Intentaré disfrutar de la soledad, frente a los cuadros más bellos que he visto en mucho tiempo.
Es un gozo estar sin compañía de ningún terrenal admirando cada uno de los óleos.
Es significativo que cuando de mujeres se trata, todas posean alas.
Alguien abre la puerta de doble hoja.
Los pesados cortinados de terciopelo ocre, se convertirán en el escondite perfecto.
Los empleados de vigilancia con sus típicos uniformes azules observan que todo está en condiciones impecables.
Desde mi lugar escucho que la muestra comenzará a la hora en que termine el cóctel de recepción.
Consulto mi reloj pulsera.
Falta bastante para el atardecer.
Ello me otorgará tiempo suficiente para darle el mejor obsequio a mi alma.
Fuera del salín donde me encuentro, encienden algunas luminarias.
Aquí tengo luz suficiente para mirar cada cuadro.
Detengo mis pasos ante un rostro bellísimo.
Así son todos los retratos del eximio pintor.
Como no podía ser de otra manera, la bella mujer tiene alas.
Una voz delicada, en perfecto idioma castellano se dirige a mí.
No estoy alucinando.
La mujer del cuadro ahora esta parada a mi lado.
¡Es hermosa!
No duda en preguntar:
¿Quieres ver a tu hijo?
Manifiesto me encantaría, advirtiéndole que en poco más de treinta minutos comenzará la exposición.
¿Qué dirán si de uno de los cuadros falta la imagen?
Me pide que no me preocupe.
Despliega sus alas.
Estoy contenida en su abrazo.
Atravesamos los cristales del ventanal.
¿Adónde me llevarás?
Es la primera de mis preguntas.
Con voz suave como la brisa que aligera su vuelo, contesta:
“Iremos al sitio que tanto deseas”
No puedo precisar el tiempo transcurrido.
Estamos en la entrada de la bóveda celestial.
No estos sostenida en las alas de la mujer del cuadro.
Estamos paradas en la puerta del Edén.
¿Podré cristalizar la utopía de darte un beso?
Sin dudas ha leído mis pensamientos.
Expresa que solo estarás visible a los ojos de mi alma.
No está permitido besar ni acariciar a los seres que habitan ese mundo desconocido para la mayoría de los terrenales.
Dice la mujer alada que si es mi deseo podemos regresar a la galería de arte.
No es su intención producir más dolor al que poseo.
¡Quiero verte!
Caminás hacia nosotros como siempre.
Reprimiré las lágrimas para no herirte.
La sonrisa más bella que he visto en el mundo es la tuya.
Estás más lindo que siempre.
Tu aspecto es idéntico al de hace meses.
Puedo leer tus labios repitiendo uno de tus axiomas favoritos “Nada dura para siempre”
Agitás tu mano para saludarme.
Vuelvo a estar contenida en las alas de la mujer del cuadro.
Al escuchar mis sollozos, solicita no lo haga, agregando “Has visto a tu hijo, está bien.
No llores, el ha disfrutado de tu visita, por ahora deberás conformarte con verlo, más adelante tus utopías serán realidad tangible”
Intento tranquilizarme.
Ella debe a ocupar su lugar dentro del marco de noble madera.
Comienza la muestra.
Cada visitante examina las obras expuestas.
Algunos se detienen ante el óleo donde está la mujer alada.
Alguien murmura que esa pintura es demasiado real.
No imagina que ella me transportó hacia vos.
No es mi deseo permanecer más en el sitio.
Con la mirada, antes de partir hacia mi refugio, le agradezco.
Sonríe, solo para mí.
Siento una pequeña dosis de paz.
Será completa cuando estemos juntos.
Esperame.
Mientras llego te pido, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=O8HsSx0EtTI

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