Buenos días
mi tesoro adorado.
Buceo en mis
recuerdos compartidos con vos hasta que llegue el ansiado momento del
reencuentro.
¿Sucederá?
Entre dudas,
dilemas y cavilaciones, a veces pienso puede darse y otras no.
¿Dónde está
el alma del hijo ausente después de casi cinco años?
¿Lejos?
¿Se puede
medir la eternidad?
No, es la
primera dolorosa respuesta que aparece.
Elegiste ser
incinerado.
Cumplí con
tu petición.
¿Ello aleja
la probabilidad de un reencuentro?
Mi mayor utopía
es encontrarte para darte un beso en la mejilla.
Acariciarte hasta
que me digas “Está bien mamá”
¿Qué haría
ante un punado de cenizas?
¿Perder la
razón?
¿Qué hice
mal para recibir semejante calvario?
Solo te amé
con el amor incondicional de una mamá que hoy llora tu ausencia.
Mísero el
camino que me queda por recorrer.
Es así trato
de anclar el pensamiento, en momentos
donde la felicidad aparecía sonriente.
Esa sensación
desapareció.
Intactos los
recuerdos permiten viaje a una localidad cálida de nuestro país.
En aquel
entonces utilizaba una máquina fotográfica profesional idéntica a la que
utilizan los reporteros gráficos de cualquier periódico.
Alguien con
demasiada curiosidad te preguntó: ¿Siempre saca tantas fotos tu madre?
Con la mejor
de tus sonrisas respondiste
“Sí, puede
fotografiar cuando vuelan las moscas”.
Reímos ante
la acidez amable de tu respuesta.
Habíamos
llegados a las Ruinas de San Ignacio.
No te
gustaron.
¡Está todo a
punto de caerse!
Orea vez la
risa contagiosa,
Eran ruinas
mi tesoro.
Hijito me
gustaría sacar de su estuche la máquina profesional para fotografiar tu alma.
Pese a la nitidez
de los celulares no me gusta sacar fotos con ellos.
Reconozco la
comodidad de portar un elemento que no pesa nada y toma fotos como cualquier máquina
de fotos.
Corresponden
a otros tiempos.
No trabajo
en ningún medio de comunicación.
Igual la
conservo por ser un elemento valioso.
¿Podré tomar
vistas de tu alma transparente?
¿Formarán
parte del archivo del amor más puro?
Cada una de
esas vistas están en mi retina y también talladas en mi alma.
Solo deseo
encontrarte para manifestar la intensidad de mi amor.
¿Hasta cuándo
deberé esperar?
Es una
locura el tiempo transcurrido sin que pueda abrazarte.
Hablar como
antes por medio de las miradas.
Deseo
recuperar el tiempo perdido.
No es
posible.
Los
sentimientos se tornan contradictorios.
Te percibo
cerca de mi corazón.
Sos la mitad
de mi esencia.
Por otra
parte la distancia indica que estás en el mundo de las entelequias que deseo convertir
en realidad tangible.
Lentamente la mixtura de ansiedad más angustia va
socavando sin pausa las ilusiones.
¿Para qué me
dejaron donde no deseo estar?
Es fácil
complacer a una mamá desolada.
¿Cómo?
Dejándola
partir junto al ser que más amó en la vida.
¿Cuándo
comprenderán que te traje al mundo de los terrenales para que vivieras?
¿Qué
lenguaje debo utilizar para ser entendida?
¿Tan difícil
es cumplir mi petición?
Si lo
hicieran no escucharían o leerían mis reiterados reclamos.
Todas las
madres desean estar con sus hijos.
No soy la
excepción.
Tengo
proyectos para los dos.
Por supuesto
que serán acordados con vos, para darles forma.
Siempre hemos
pautado conductas a seguir.
No conocemos
el autoritarismo.
Todo ha sido
compartido.
Quiero
desandar el camino y situarme meses antes de tu muerte inesperada.
Injusta como
la de todos los jóvenes que tienen mucho sendero por transitar.
Si alguna
vez fuera sepultada, cosa que no sucederá pues deseo ser creada, el epitafio de
mi sepulcro expresaría “Aquí yace una madre que ama con desesperación a su
hijo,
Ha llegado
el momento para que estén juntos otra vez”.
Deseo como
nadie cumplir estas utopías.
No quiero
imaginarte en la soledad del universo.
¿En qué
parte se halla tu hábitat?
¿Te
encontraré?
¿Me reconocerás?
Te amo
chiquito.
Siempre he
de pedirte nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=TrKy7_4zG9k
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