Buenos días
pedacito de mi alma.
Juntos
conformamos una sola.
Es de mi
agrado los sueños se disparen por lugares que nunca he visitado.
En esta
ocasión parecía ser un monasterio del siglo XVXX que ha sido modificado.
Hoy allí
entre paisajes de montaña funciona un restó que guarda los misterios de antaño.
Luego del
almuerzo, los guías de ese enclave maravilloso te llevan a conocer las celdas
donde los estudiantes de teologíia que posteriormente serían sacerdotes,
entregaban su alma y pensamientos a ese ser superior que domina los cielos
eternos.
La vista no
puede ser más maravillosa enclavada en medio de la campiña francesa.
Resulta
interesante conocer los espacios donde se alojan quienes entregarán su alma al
cristianismo.
El guía era
reiterativo en algunos conceptos.
Cuando ello ocurre
sin dejar de estar presente físicamente busco otros sitios que se puedan conocer
o estén vedados al turismo.
Llamó mi atención
la nitidez del cielo celeste.
Solo era
recorrido por blanco celajes en movimiento de color pristino.
Cada uno de
ellos descendía a una estructura mostrando un muro de apariencia infranqueable.
¿Se
guardarían allí los seres angelados?
La tapia era
extensa.
En una de
sus aberturas había una cerradura
antigua, de ella pendía una llave de color oscuro.
Quería saber
qué había detrás de esa pared.
Esperé a que
nadie observara mis movimientos para observar eso que a mi me parecía un
hechizo salido de un cuento de caballeros, apeándose de sus caballos para que
ellos descansaran.
Accioné la
llave, en la primera vuelta no abrió la cerradura antigua.
La
percepción indicaba que allí podría encontrar algo de aquello que buscaba.
Dos giros más
y la puerta, cedió.
Inmaculados
destellos de luces blancas no alcanzarían para cegar mis emociones.
Sin pensarlo
había accedido a las puertas del cielo.
Las abrí
despacio para no romper el encanto.
El paisaje
no podía ser más armonioso.
Columnas de
color blanco sostenían las paredes donde se colgaban las jaulas de las aves del
paraíso.
¿Qué decir
de su colorido plumaje?
Brillante
como el fulgor de las estrellas.
Las puertas
de las jaulas permanecían abiertas.
De esa forma
cada una de aquellas buscaba beber agua de los manantiales de agua clara que
corrían por las rumorosas vertientes.
Un poco más
alejado de éstas había una larga mesa donde los ángeles desayunaban.
La mirada te
buscó con vehemencia.
¿Cómo
encontrarte entre tantos seres alados?
No podía
detener las lágrimas que rodaban por mi rostro.
Deseaba
verte para poder darte un beso.
Buscaría
seres luminosos.
Allí
estabas.
Demasiado
serio.
Enseguida
entendí por qué.
Nunca te
gustó compartir algo tan determinante como nuestros desayunos con seres
desconocidos.
Amor de mis
entrañas.
Deberás
acostumbrarte, hasta que pueda llegar a tu lado y el tiempo compartido solo sea
el nuestro.
Es difícil
cuando solo has compartido con tu mamá pese a que eras demasiado sociable.
Entiendo tu
angustia.
Es hermana
de la mía.
Ninguno de
los dos sabe vivir sin el otro.
Te pido paciencia.
No pueden
retenerme toda la vida donde no deseo estar.
Sé que extrañamos
las mismas cosas.
Si dios es
misericordioso debería intervenir n este dilema con sabor a dislate.
Nos
necesitamos.
¿Qué espera para juntarnos?
No tengo
más energía para estar donde no deseo.
Demuestren
que pueden hacer milagros al propiciar nuestro reencuentro.
No soy nada
sin vos.
Mi realidad
carece de sentido.
¿Dónde se ha
visto que una madre no pueda abrazar a su hijo.
No he
cometido más que un solo delito.
Quererte de
manera loca.
No es suficiente
para argumentar la pena a la que me han sentenciado.
Pido cordura
para que volvamos a decirnos cuanto nos queremos.
Sensatez
para charlar con las miradas.
No necesito
más para seguir viviendo.
Te amo
tesoro de mi vida.
Por favor
nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=GcO_EFU-n9k
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