Tesoro de mi
corazón quiero saludare en un día tan húmedo como gris.
Intensa la
neblina desdibuja los paisajes conocidos.
He de
contarte que no descansé bien,
Las lágrimas
en tu rostro en el día de ayer, nunca podré olvidarlas.
Duele la
soledad.
Duele la
impotencia de no poder abrazarte para que desaparezca esa angustia que te
agobia.
Pocas veces
en la vida de vi quebrado por el agobio.
Imposible
dejar de pensar en ese sueño.
Casi siempre
son premoniciones de aquello que está sucediendo en la realidad.
Es
dificultoso mi querido vivir separados por la eternidad.
Nadie puede
asegurarnos con verisimilitud nos volvamos a encontrar.
Taladra el
corazón pesar en esa probabilidad.
No es justo
chiquito de mi alma que tras mil ochocientos días no pueda darte un beso.
Uno solo
para luego desaparecer de suelo terreno esperando encontrarte.
De anhelo se
convirtió en idea fija que deseo convertir en realidad.
Lo merecemos
los dos.
¿No hay
nadie que pueda examinar nuestras historias?
¿Nadie nos
vio caminar por la vida terrenal?
Si así fuera
propiciarían mi partid sin más dilaciones.
Estoy harta
de ellas.
Miro tus
fotos y las que hemos compartido.
Muchas las
tomaste con la cámara de la computadora.
Llegaron a
mi gracias a la buena voluntad de uno de tus hermanos de la vida.
Un hallazgo
espontáneo.
mientras
señalabas algo, aprovechaste para sacar esa foto que preside la mesa de mi
comedor.
Inteligente
hiciste desaparecer la cámara pues no querías vieran el desenlace que se
aproximaba.
Una deducción
que partió de tu otro hermano de la vida.
Estando en
Nueva York quería verte.
En ese
momento preferiste decir que la cámara se había roto.
Generoso
como pocos preferías ocultar tu rostro demacrado.
Hijo inmenso
como sabio, elegiste callar el dolor para que no sufriéramos el deterioro de tu
cuerpo.
Esta mamá te
veía y callaba para no alterar tu elección de no mortificar a los demás.
Como una
desquiciada comencé a contarte historias nacidas en la mente afiebrada de una
mamá que espera impotente la partida del hijo amado.
Retrato del
horror.
En sueos
estuve paseando por un puerto.
Solitario
como pocos.
Atribuí la
nulidad de movimientos a esta pandemia que azota al mundo.
Por los
carteles fijos en los faroles de la banquina supuse no estaba en uno de los
tantos espacios marítimos de nuestro país.
Solo nos
hermanaba la densidad de la bruma intensa.
Los
estibadores estaban ausentes.
Ocurre eso
cuando no hay movimiento en los puertos.
Una escalera
de hierro llevaba a las oficinas que creía desiertas.
Error.
Una pareja
discutía acaloradamente.
Parecían
poseídos.
Las voces se
transformaron en gritos.
Pensé descender.
Tu voz me
dijo “No lo hagas mamá, no ahora”
Te busqué
con la mirada.
Siempre
advirtiéndome de los peligros por venir.
Escondida
detrás de una columna, deseaba desaparecer.
Detesto los
episodios violentos.
Los gritos
iban en aumento.
La niebla
reproducía paisajes fantasmagóricos.
El ruido
seco de un disparo, finalizo la discusión.
¿Qué hacer?
El hombre
salió corriendo por las escaleras.
Eolo comenzó
a soplar con fuerza hasta desprender uno de los carteles donde permanecía oculta,
casi sin respirar.
El hombre
enloquecido descendía los peldaños de a dos.
Por efectos
del viento furioso mi chalina voló en dirección a las aguas.
Con fuerza y
violencia me arrastró escaleras abajo.
El caño de
su revólver apuntaba mi cabeza.
Nunca tuve
tanto miedo.
Estábamos
corriendo por el piso resbaladizo de madera junto a los faroles.
El hombre me
amenazaba de manera constante.
Imposible
intentar defenderse de la fuerza brutal de ese sujeto dispuesto a todo.
Como otras
veces me encomendé a vos.
En un instante
en la carrera endemoniada trastabilló.
Se apagaron
las luces de todas las farolas.
Tomaste el
arma caída arrojándola al río turbulento.
En el
momento que el iracundo se levantó para agredirme, con un movimiento certero lo
dejaste caer en el espejo de agua.
Con tu
amorosa coz, pediste “Regresá a casa mami”
Las noticias
reprodujeron el incidente.
La mujer
tenía varios disparos de los que se recuperaría.
El agresor
fue rescatado por un barco de la Prefectura Naval Argentina.
Le esperan
varios años de condena.
Por una vez
pido a la justicia sea justa y ecuánime.
No le
corresponde prisión domiciliaria.
Intentó
matar a dos mujeres.
Una de ellas
era yo.
Si no
hubieras intervenido, otro hubiera sido el final.
Te amo luz
de mi corazón.
Siempre he
de pedirte nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=p_7IdMQffUc
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