Mi meta es escribir como los seres que comparten este espacio soñado.
Cometería un desliz si no leyera sus recomendaciones, ellas me ayudan a caminar por el mundo de las letras, en mi caso desordenadas.
Soy impulsiva como el aguacero que a veces desviste sin piedad a los árboles.
Desnudos muestran sus ramas, antes de quebrarse con la bravura del viento.
El jilguero vuela, busca un nido donde poder contener a sus crías.
Soy feliz observando los colores del cielo, a veces se muestra diáfano, transparente, invitando a llegar al destino en que los sueños sean cristalizados.
Otras, mientras crepitan los leños encendidos, admiro la velocidad de los relámpagos, sus colores violetas sin pedir permiso como saetas surcan el firmamento.
Como la mayoría de los humanos deseo que las utopías se conviertan en realidad, en un tiempo no lejano.
El camino es largo.
La roca se transforma en cientos de piedras intentando obstaculizar el camino, intentaré sortearlos siempre con el único propósito que todos aprendan a conjugar el verbo compartir, dejando atrás las veleidades propias de nuestra especie.
Quisiera mancomunar esfuerzos, aprender día a día de todos aquellos que puedan despojarse de vanidades que no duran más que un suspiro.
Nunca cuento mis sueños, dice la leyenda que hacerlo hace que se pierdan.
No me importa, prefiero que mis alas se asemejen a las de una paloma blanca desplegando sus alas, nunca a las del cuervo que atrae las sombras.
No comments:
Post a Comment