Friday, June 30, 2017
SENDERO DETULIPANES
Típica tarde otoñal.
La melancolía lleva a pensar en el pasado reciente donde la realidad era otra y tu risa se escuchaba en todos los rincones de la casa.
El cielo se muestra gris, pareciera que las nubes quieren desagitar furiosas el agua que contiene.
El viento moderado lastima la piel.
Abstraída en mis pensamientos del que sos el único dueño, no escucho la bocina de la camioneta de Laura.
Cuando la veo bajar del vehículo evoco la mueca de una sonrisa.
Sé que esta tarde será diferente a las otras tan monótonas donde las agujas del reloj muestran su cansancio y el caminar por la esfera numerada se torna más lento.
Solo es una apreciación ya que aquellas nunca detienen su marcha marcando las horas de una vida tan solitaria como triste desde tu ausencia.
Laura porta en sus manos un bolso, en su interior hay cientos de fotos de sus viajes.
Apoya los diferentes álbumes en la mesa del comedor.
Me pide que no comience a mirarlas hasta que ella termine de preparar el café que compartiremos durante su estadía.
Deja la bandeja en una mesa auxiliar.
No puedo dejar de preguntarle a que se debe su mirada tan triste.
Responde que ha tenido un día negro azotado por el viento feroz de la soledad.
Coincido con ella somos dos mujeres solitarias por circunstancias diferentes.
Como todas las mujeres, tuvo un tiempo de felicidad, llegó a conocer al hombre que amaba, se casaron, fueron felices por un corto tiempo.
Un hombre conservador que quería hijos que Dios no mandó.
Se sometieron a los tratamientos convencionales ninguno cumplimentó los sueños de ambos.
Laura pensó en la adopción a la que su ex esposo se negó pues no los consideraría nunca hijos naturales.
Una verdad a medias. No serían naturales, pero es tanto el amor que despierta un niño que lo natural deja de ser un obstáculo para constituir una familia feliz.
Trato de consolarla diciéndole que puede llegar a adoptar convirtiéndose en mamá y papá para brindarle a tantos niños que caminan solos por la vida un hogar o bien volver a formar una familia.
Expresa que jamás volvería a casarse.
Siente que el amor de su vida fue el que tuvo y ya no está pues eligió irse.
Quiero sacarla del tema que aún hoy la angustia.
Comenzamos a mirar fotos de sus viajes en soledad, la mayoría son paisajes.
Observo que le gusta fotografiar flores tanto como a mí.
Lunas retratadas en todas sus fases, casas antiguas.
Fotos de museos europeos y variedad de flores.
Como un guía turístico va relatando el origen de cada imagen.
Soy yo quien prepara otro café,
Cuando llego al comedor esta sosteniendo tu foto con amor, desliza sus dedos por tu cara igual que lo hago yo.
Cuando percibe que estoy junto a ella solo dice •es un ángel”.
Agregando que le he contado tanto de vos que aprendió a quererte como si fueras un integrante de la familia, el sobrino que no tuvo por ser hija única.
Esa fotografía en particular la impacta, tu sonrisa sincera pero sobre todo la luz que irradia tu mirada.
Bebe un sorbo de café, busca algo que tiene en su bolso.
Es un portarretrato con tulipanes violetas cercanos a un canal de los tantos que existen en Holanda.
Pregunta si puede colocarlo al lado de tu sonriente fotografía.
Un gesto de amor que agradeceré mientras respire.
Le comento que la primera flor con la que diste tus primeros pasos inseguros fue una alverjilla y la primera que me regalaste un tulipán con los colores dorados del sol.
Quedamos por un instante en silencio.
Ambas teníamos la mirada velada por la aparición de un llanto incipiente que no sabíamos detener.
Laura me preguntó que significabas para mí.
Eras mi todo, mi cómplice, amigo, hijo adorado, comprensivo siempre pendiente de su mamá.
Un niño que sufría como pocos ante una eventual enfermedad de su mamá.
Independiente y libre como pocos pero en esa libertad siempre había un lugar reservado para mí.
No soo extraño tu ausencia física sino los valores que tenías a flor de piel.
Al sentir el abrazo de Laura lloré como pocas veces lo hice delante de otras personas aún cuando se tratara de mi familia chiquita.
Un llanto que nace en el rincón más profundo del alma donde te llevo enlazado.
Soy consciente que mis lágrimas te hacen mal, sin embargo no puedo evitarlas.
Lágrimas que nacen en el dolor más terrible que puede sufrir una mujer, que es perder un hijo.
Laura promete que no me confortará el oído con palabras que se han transformado en un latiguillo.
Dice que no puede decirme “Te comprendo” pues no ha pasado por circunstancias similares, solo expresa que cuente con ella aún cuando sea para compartir silencios.
Conocedora de mis habituales conexiones con vos, me pide permiso para que hoy sea ella quien pueda solicitarte el pedido cotidiano que te formulo.
Niño hermoso, nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=cLCcEr70VnI
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