Cual cadenas enlazadas en mi cuerpo que pesan tanto como la soledad son mis noches de insomnio en las que tu ausencia inesperada producen en mi ser.
Espero cada amanecer para deleitarme con los colores rosados de un nuevo amanecer.
Horas agobiantes en las que no dejo de pensarte.
La vida se transforma en un tedio difícil de explicar.
Tengo la certeza que el destino te arrebató de mi lado para que los padecimientos físicos concluyeran rápidamente.
Pasaste de una dimensión a otra en un sueño profundo.
Sueño que disipó de tu cuerpo el sufrimiento, otorgándote una belleza angelica.
Sigo sintiendo impotencia al no haber podido hacer nada más por vos.
Impotencia que duele, agobia, angustia.
Ni tuve la posibilidad de cambiar tu vida por la mía.
Extraño tu risa, tus caricias, la luminosidad de tu mirada en la que me fascinaba sumergirme y seguir esas charlas interminables en las que las palabras no eran necesarias.
Desearía volver el tiempo a ese pasado reciente donde podía abrazarte, darte un beso repitiéndote mil veces la inmensidad del amor maternal.
Hoy me siento vacía, nada llama mi atención, te aseguro desde mi alma herida que quisiera estar junto a vos.
Otro imposible que me es negado.
No puedo asumir no tenerte.
No creo que el tiempo sea capaz de restañar heridas tan profndas.
Me produce placer poder establecer esta mágica conexión con vos.
Es como tenerte más cerca aún cuando derrame lágrimas al no poder visualizarte tan solo un instante.
La espera es tan extensa como traumática.
Me perturba saber si supe demostrarte todo el amor que te tengo mucho más allá de la eternidad.
No puedo torcer los designios del destino.
Seguiré esperando en contra de mi voluntad que llegue mi momento.
No se trata de paciencia, el dolor desaparecerá cuando ese Ser Superior ejecute su bondad llevándome a tu lado.
Mientras el tiempo transcurre vuelvo como siempre a pedirte que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
C
https://www.youtube.com/watch?v=spTMICIuJD4
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