MI MAYOR ANHELO, SOÑARTE

Una pequeña porción de nuestro cerebro de acuerdo a las conclusiones de los neuro biólogos es la maquinaria dedicada al nacimiento de los sueños.
Mi gran anhelo es soñarte cada noche.
Las pocas veces que ha ocurrido no puedo visualizar la hermosura de tus facciones.
Todas las madres dicen que sus hijos son los más bellos del mundo, está bien que así sea.
En mi caso no solo lo expreso yo, sino todas las personas que te conocieron.
A todos les llamaba la atención la profundidad de tu mirada.
No era necesario hablar para entender aquello que deseabas.
Imaginar tus ojos quietos produce un dolor difícil de adjetivar.
En mis caminatas solitarias, busco paisajes parecidos a los que conocimos juntos.
Cuando no los encuentro. Convoco a la imaginación.
Preferías os lugares abiertos donde la naturaleza brillara en su total esplendor.
Tu fascinación eran los cauces de agua cristalina.
Poco importaba si eran pequeños o majestuosos saltos.
Volcabas en poesías cortas tus vivencias, tan transparente como el agua que en su correr infinito, orada las piedras produciendo un desgaste natural a través del tiempo.
Tuve el privilegio de conocer tu producción en un archivo que llevaba mi nombre.
Siempre lo usabas, inclusive en las contraseñas.
Cuando te pregunté por que no las habías mostrado, tu respuesta fue sencilla como contundente “porque no”.
Sonreíste cuando te comenté que habías heredado ese don de tu abuelo materno.
Eran tu tesoro escondido.
No deseabas que nadie lo vulnerara.
En ese instante te pedí disculpas, estabas en tu derecho de no querer mostrar esa faceta tuya que mostraba tu interesante personalidad.
A partir de ese día nunca más las lei, si no recibía tu consentimiento.
Respondiste que solo yo podía acceder a ellas sin permiso, una muestra del gran amor y empatía que sentíamos.
Tengo la certeza que si Dios te hubiera dejado más tiempo en el mundo de los terrenales, hubieses publicado un libro de poemas.
Recuerdo cuando buscábamos una editorial para publicar mis cuentos.
Nunca se hará realidad.
Era un plan que gestamos entre los dos.
Al partir tan prematuramente decidí no hacerlo.
Sabés que nunca lo hubiera concretado en tu ausencia.
El dueño de mis musas siempre serás vos.
Resulta extraño admitir que han pasado dos años de tu partida.
Cada instante vivido durante los quince peores días de nuestras vidas, permanece latente en mi alma que es tuya.
Te extraño como jamás pensé podría pasar.
No tenerte es una tortura.
Te pido perdón por mis lágrimas, sé que te producían daño, no las puedo evitar.
Envidio a las madres que con ternura pueden besar o acariciar a sus hijos.
Placer que tengo vedado.
Llegará el momento en que mis sueños se conviertan en realidad.
Comprendo que para ello falta, odio la incertidumbre de no saber en qué momento será.
Mientras espero, te reitero mi pedido de todas las mañanas, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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