Thursday, July 11, 2019
FLORES EN EL ACANTILADO
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Inicio esta conexión con un requiero, deseando el mismo se replique con intensidad en el cielo.
Sos la personita que ha llegado a conocerme como pocos.
Si estuvieras aquí, no dudo que si alguien te preguntara cual es una de las pocas virtudes que tengo, no dudarías en afirmar, son las entelequias y tenacidad.
Carezco de otras.
A esta altura de los acontecimientos, solo me perturbaría no poder establecer con el ser que más amo en la vida, estas conexiones que de manera perpetua nos podrán sostener unidos más allá de la eternidad.
Lejos está de mí, la palabra insuperable.
Soy humana.
Ser que puede ser perfectible,
No lo tengo en cuenta, ese don tiene las siete letras más bellas del mundo que conforman tu nombre amado.
Es cierto.
No negaré que busco las quimeras se transformen en realidad.
Para intentar cumplir en parte mi derrotero, acudo a una de mis debilidades.
La más conocida el acercamiento con los dioses de Grecia antigua.
¿Por qué?
En los versos del inmortal Homero, poeta de aquellas épocas están muchas de las respuestas a mis inquietudes.
No son pocas.
Quiero convertir una de mis tantas utopías en realidad.
¿Cuál es?
Deseo que los filosos acantilados que nos sorprenden en cualquier costa, cayendo en línea recta desde las alturas vertiginosas, cayendo abruptamente al mar, posean flores multicolores para ofrendar a ese espacio que te hacía sentir un delfín.
Produce un dolor indescriptible mencionarte en tiempo pasado.
Jamás mientras escche los latidos de mi corazón podré convertirte solo en un recuerdo.
El amor inconmensurable trasciende los espacios conocidos y por conocer.
En cada uno de ellos tengo la certeza encontraré partículas de aquello que elegiste para vos.
Cenizas que el viento vaya a saber en que lugar depositó.
Así como aparece la concurrencia de estas letras clamando por tu presencia, he tenido un deseo no demasiado imposible para transformarlo en tangible realidad.
Es mi mayor anhelo, casi una obsesión, poder llegar a ver flores entre las piedras inertes de los acantilados, testigos de tus desplazamientos, en las aguas azules del mar.
¿Podré cumplir esta fantasía sin ayuda?
No.
¿A quiñen pediré auxilio en esta ocasión?
A uno de los dioses griegos que más mencioné en estos enlaces.
Poseidón.
Poderosa deidad consagrada al cuidado de las aguas en la Era de Bronce, de la cultura ateniense.
¿Alcanzará si poder?
No podría responder con certidumbre.
Quizás pida auxilio a Neptuno, el dios romano de las aguas.
¿Serán sus hijos, relacionados con la generación de otros vientos quen puedan ser partícipes de esta locura?
Es posible.
¿Has visto que en mi guardarropas hay una túnica blanca.
La ajusto a mi cintura con una cadena de eslabones de materiales nobles.
¿Qué calzado utilizaré a la hora de realizar mi petición?
Sandalias doradas como el sol.
Sus cintas caprichosas permanecerán atadas sujetando mis pantorrillas.
De ninguna manera utilizaré una corona de perfumados laureles para sostener mi conversación con el dios de las aguas.
Nunca, jamás me prestaré a esos actos donde el intelecto se menoscaba.
¡Quiero ser yo!
Una mamá que le pide a Poseidón, padre de una generación de los cuatro vientos, que nada tienen que ver con los hijos de Eos, pese a cumplir con la misma función, puedan soplar fuertemente con el aire de sus pulmones, las semillas de las flores que prontamente admiraré en los acantilados.
Será una especie de tributo para ellos.
Muchas veces, la bravura de su lta caída al mar, es asociada con los suicidios.
No es este caso en especial.
¿Ustedes que no dudan en mantenerme cautiva sin necesidad, entienden que no es preciso termine con mi vida para estar cerca del hijo que parí?
Nunca sería capaz de vulnerar su sentir?
No es preciso quitarme la vida para estar junto a él.
He brindado acabadas muestras de respeto hacia el ser que más amo en todos los mundos.
¿Osan, ustedes recordarme está muerto?
¡Torpes!
Jamás dejará de vivir en cada célula, de mi ser.
¡No podrán con nuestras voluntades de acero!
¡Al quien quiera escucharnos con el corazón transmitiremos la calidad de nuestro amor!
Los hijos de Poseidón traerán semillas que el tiempo transformará en delicadas como perfumadas flores.
Ellas será testigos de nuestro amor incondicional.
Como en la Gruta Azul, de la Isla de Capri, la luz de mi hijo adorado se verá en cualquier lugar del océano.
El cariño trascenderá a esos ridículos obstáculos que a diario aparecen en mi camino.
¿Qué argumentos débiles utilizarán intentando doblegarme?
¡No pierdan tiempo!
Los ceñimientos entre un hijo y su mamá son inquebrantables.
Nada pueden hacer los espíritus necios.
He dirigido mis pasos hacia la costa.
El viento filoso y helado arranca más de una lágrima vestida de soledad.
No seré como otros terrenales que buscan las alturas para terminar yacientes en el fondo del océano.
¡No sería mi esencia!
He llegado a este lugar, para imaginar transitamos in verano espectacular.
Mi desciende se desplaza sobre las aguas.
¡Qué bello es admirarlo!
¿Ustedes y sus cómplices, piensan sacarme esas imágenes?
¡No lo lograrán!
Hijito de mis entrañas, no lo dudes, permaneceré acompañándote.
Somos incorregibles a la hora de derrochar amor.
¿Podrías esperar mi llegada?
¿Cuándo se producirá?
Lo ignoro.
Te pido paciencia, a ello sumo mis cotidianas letanías.
Por faor nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=-rK2C3Eja1I
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