TU SILENCIO ES EL MÍO

Mi vida es silenciosa desde que no estás, no porque no desee comunicarme con otros terrenales sino por decisión propia para dedicar cada momento del día a recordarte.
No creas que me he convertido en un ser huraño, antisociable que ha perdido la capacidad del habla.
No siempre a nuestro interlocutor que las conversaciones giren sobre un mismo tema.
Posiblemente se deba a que no alcanzan a comprender la dimensión que significa perder un hijo amado.
Estoy conforme en mi refugio, puedo dedicarte todas las letras que me hacen llegar mis musas.
Seguramente vendrán otros tiempos, para ello falta mucho.
No soy la única que se sumerge en el silencio, en la antigua Grecia donde se veneraban a la mayoría de los dioses y divinidades, existió alguien que consagró su vida al silencio, su nombre era Harpócrates,
Un dios niño que cuando fue más grande se transformó en Horus para vengar la muerte de su padre Osiris en manos de su gemelo Seth.
Harpócrates representaba el sol débil de los amaneceres.
Para ser el Sol fuerte que se necesitaba en aquellas épocas mutó a Horus.
Hasta ese entonces el primero estaba representado por un ser que tenía una venda en su boca, de esa manera fue venerado como el Dios del Silencio, muchas veces necesario cuando las palabras que se pronuncian carecen de contenido o sentido y se dicen por decir sin pensar como puede recibirlas quien las escucha.
Te preguntarás por qué en la mayoría de los textos las imágenes contienen flores.
Utilizando el sentido común y sabiendo que en los templos y palacios había jardines soñados imagino que esas flores estaban destinadas para las ofrendas que se ofrecían a cada uno de ellos.
Estos días para mí son difíciles faltan solo cuatro para que se cumpla un año y medio de tu ausencia añorada.
Nada morigera un dolor tan intenso.
Estimo que sonreirás con toda la cara incluidos tus bellos ojos cuando veas la imagen que dejo en estas letras, ninguna de las flores está cortada de su planta madre permanecen juntas como a vos te gustaba.
Sé que no te resulta tedioso que te cuente sobre temas que pertenecen a distintas mitologías, a los dos nos gustaba imaginarnos los escenarios naturales por los que caminaron quienes nos antecedieron en el camino de la vida terrena.
Siempre nos preguntábamos si esos seres habrían existido en la realidad.
No puedo dejar de recordar con la mueca de una sonrisa cuando me preguntabas si me habría gustado vivir en esa época, mi respuesta siempre era la misma “si hijo”.
Ello desencadenaba uba cadena de por qué que no tengo la certeza que fueran satisfactorios como respuesta.
A los dos nos fascinaba jugar con tiempos presentes, pasados y futuros.
Nos preguntábamos infinidad de veces si los valores serían como los actuales, muchas veces menoscabados por la injusticia que enarbolan como bandera los soberbios.
Nuestras charlas no eran las comunes entre una mamá y su hijo, no niego que las había, sería una necedad si así lo hiciera.
La riqueza de aquellas era que siempre estábamos un paso más allá de los canónes previstos para una conversación entre madre e hijo.
Cada uno es libre de pensar como lo desee pero es un lindo ejercicio ir un poco más allá de las cosas aún cuando nos calificaban de transgresores.
Ninguno de los dos fuimos especies almidonadas.
De acuerdo a tu edad y circunstancias no existían temas tabúes.
De todo se charlaba sin cruzar la delgada línea que impone el respeto.
Cada ser humano es único e irrepetible debe ser por esos que te extraño de manera desmesurada.
Ye pido un favor que tal vez sea la fantasía de una mamá ansiosa.
Estás cerca de Dios, sé que está muy ocupado atendiendo las súplicas de todos los terrenales que soomos muchos.
Si encontrás un ratito te ruego que en mi nombre le pidas que me cumpla un sueño pequeñito, decile que solo necesito soñarte una vez como estabas antes de irte.
Vital, sano bello por fuera y más aún por dentro.
Mientras ese Ser Superior que te cuida me concede la posibilidad de soñarte te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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