IMPOSIBLE DETENER EL TIEMPO

Cronos no pudo detener el tiempo para evitar la Guerra de Troya.
Como tampoco pude yo pedirle a los relojes que detuvieran su marcha hace casi dos años.
Frágil te tenía a mi lado.
Cada dí8a tu palidez se acentuaba un poco más.
La pérdida de peso fue lenta pero significativa, el médico desoyó cada pregunta diciendo que estabas dentro de los parámetros normales,
Ni él creía sus propias mentiras, menos nosotros que éramos leggos en la materia pero nos dábamos cuenta del deterioro.
Lo negábamos para no lastimarnos.
Ambos en silencio presentíamos el trágico final aún cuando a todas mis preguntas contestabas “Me siento bien, no te preocupes mal”
En tu afán de no hacerme sufrir desdramatizabas cualquier situación.
La intuición de una madre es poderosa.
Un día nos preguntamos cómo nos sentíamos uno y otro, a coro repetimos en total estado de desamparo.
Nunca voy a olvidad un día del mes de junio del año dos mil quince.
Aparentabas buscar algo en la biblioteca un título ue sabías no encontrarías.
Estuviste largo rato fingiendo encontrar algo para leer hasta que de pronto te diste vuelta y sin anestesia me preguntaste ¿Qué harías si yo te faltara, ma?
Mi respuesta inmediata fue “moriría detrás tuyo”.
Nos abrazamos.
Imposible detener el llanto que nos unía.
Pensar en la falta de uno de los dos significaba una tragedia, ka más injusta de ellas.
Así comenzamos a caminar por un sendero plagado de escollos.
Nunca entendí por qué los médicos decían que estaba todo bien, restándole importancia al principio de tu enfermedad.
Ninguno de ellos supo explicar el por qué de tu palidez.
Insensatos.
Esos episodios permanecerían por siempre en mi vida.
Tu padecimiento está tallado en cada centímetro de mi piel.
Por ello expreso que es imposible detener el tiempo.
De haber podido concretarlo hubiera cambiado el sentido de sus manecillas para que marcaran las horas hacia atrás.
De esa forma estarías a mi lado físicamente.
No importa qué actividad desarrolláramos.
Prevalecía estar siempre unidos.
Riendo de nuestras complicidades.
Adivinando que nos queríamos decir solo mirándonos.
Nada de eso ocurrió.
El tiempo impávido continúa su marcha absurda, tediosa.
Nunca se detuvo a pensar en el dolor que sentiríamos quienes te queremos con amor sincero.
Ese sentimiento que te hace sentir que el otro siempre está.
No guardo rencores hacia nadie, ni siquiera hacia quienes en momentos tan álgidos se hicieron los distraídos.
Solo Dios tiene la potestad de otorgarles el perdón, en mi caso solo conservo la memoria intacta.
Hijo lindo te quiero tanto como te extraño.
Sé que para concretar mi sueño más ansiado debo esperar.
Otra vez el tiempo se interpone entre los dos.
Vida por ello como siempre vuelvo a pedirte que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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