Aprovecharemos el fin de semana cálido para pasarlo en ña casa rural de Laura.
Un casa quinta heredada de sus padres ubicada a unos setenta kilómetros de Buenos Aires.
Al arribar me doy cuenta que la propiedad no es una casa quita sino que sus dimensiones son enorme, ubicada en un reconocido Club de Campo,
Allí se pueden desarrollar todo tipo de actividades, también utilizar las instalaciones para practicar natación, deportes ecuestres y todo aquello que se nos pueda ocurrir.
Todo está previsto para que los dueños de las propiedades t visitantes pasen horas confortables.
Los predios son enormes, todos con el césped recién cortado,
Como se acerca el atardecer, los jardineros abren el sistema de riego por aspersión para que cada especie reciba el agua que necesito.
Mientras bebemos jugo, desde nuestra posición vemos como el atardecer se despide con sus típicos tonos violetas y magenta.
El matiz anaranjado que se deja ver como pinceladas asegura para el día siguiente una jornada de calor.
Laura me pregunta si cenaremos en el club o prefiero que ordene la cena para su casa.
Elijo la segunda opción, recordándole que aún es temprano.
Nos sentamos en sillas del tipo playeras que se pueden reclinar.
Comienzan a encenderse las luces de mercurio que indican los senderos internos a seguir, son de tono naranja y no serán impedimento para que presenciemos una noche espectacular.
Cielo azul profundo.
Podría decirse que es casi negro.
En eese manto tan especial cual si las estuvieran bordando, van apareciendo las primeras estrellas.
Pronto aparecerá la luna llena con sus destellos de plata.
Luna suspendida en el cielo con su hermosura de siempre.
Con Laura advertimos que bese a su hermosura no es la misma imagen que estamos acostumbradas a observar.
En el borde inferior del satélite de la tierra podemos mirar a simple vista, gotas que caen hacia suelo terrenal.
En unos momentos los pétalos de las flores quedarán vestidos con gotas de nácar.
Son diferentes a las gotas de rocío pues no se deslizarán en el contacto con la superficie.
¿Puede que la luna esté llorando?
Es la pregunta de Laura.
Mi respuesta es que tiene motivos de sobra para hacerlo.
Hasta el universo estelar llegan los desastres que ocurren en la tierra, principalmente aquellos que se generan en la falta de equidad.
Luego de la cena, Laura me comenta que en el predio hay una pequeña capilla y la réplica de una mezquita para quienes profesan otras religiones.
Es tarde, nos despedimos para descansar.
Mi cuarto es bello.
Laura tuvo la deferencia de colocar en una mesita un retrato a lápiz de su autoría con tu imagen.
Como sabe que no te gustan las flores cortadas, dejó un rosario.
Mi cielo como bien imaginarás me cuesta conciliar el sueño desde que no estás.
Desde el cielo ¿Has visto llorar a la luna?
Seguramente sí.
Llora por las injusticias.
Derrama cada una de sus lágrimas por los seres que como vos han debido emprender un viaje prematuro hacia otros planos.
Llora por las madres que quedamos aquí sin la compañía de nuestros tesoros.
Ignoro cuanto tiempo dormí, solo puedo afirmar que pude soñarte cuando estabas pletórico de salud.
Tus carcajadas me hacían reír.
Tu mirada estremecer.
No voy a despertar a Laura es demasiado temprano.
El baño de inmersión fe reparador.
Sin hacer ruido abro la puerta, quiero conocer la capilla.
Como siempre voy en horarios poco usuales para poder conversar con Dios.
Tengo que preguntarle varias cosas.
La primordial es recordarle que no se olvide de llevarme a tu lado prontamente.
Él conoce la necesidad que tengo de estar a tu lado.
No basta con tenerte en mi alma y pensamiento.
Conoce mi necesidad de darte un beso solo uno para calmar mi amor de mamá.
No es demasiado esto que pido.
Solo ocupa un instante del tiempo eterno.
Después sí, recuperaremos los días perdidos.
Ye amo tesoro de mi alma.
No olvides cuanto te quiere tu maá,
https://www.youtube.com/watch?v=kWI0NOOcVZM
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