SERES ALADOS

Los seres portadores de alas son reconocidos en las mitologías grecorromanas y en algunas religiones monoteístas.
Mi deseo no es tan ampuloso como para ser reconocida por una religión o cultura.
Solo deseo tener alas para aprender a volar y de esa forma poder arribar al Paraíso Celestial que es el lugar donde estás desde hace casi veintisiete meses cuando tu corazón herido se canso de palpitar.
Tiempo relativamente, para mi una eternidad que no me permite visualizarte y hacer lo que toda madre hace con su hijo, escucharlo, amarlo más que a nadie en el mundo, estrecharlo en un abrazo interminable y por sobre todas las cosas tener la posibilidad de darle un beso cada mañana al despertar o por las noches antes de dormir.
Cuestiones sencillas y cotidianas que no puedo llevar a cabo.
Si tuviera alas, tengo la certeza que me abrirían las puertas del cielo y de esa manera encontrarte tan solo un instante que me permita concretar mis sueños.
De ninguna manera quiero abusar de los tiempos eternos,
Solo necesito escasos minutos para volver a sonreír pues te habré podido ver.
Satisfecha y con los sentidos henchidos del más puro amor, desplegaré mis alas para regresar a mi refugio.
Una vez instalada allí estableceré nuevamente esta conexión mágica que me hace sentirte tan cerca de mi alma.
Estás en cada espacio de mi vida.
Sos el dueño de mis pensamientos.
Te extraño, por sobre todo ansío volver a sumergirme en la profundidad de tu bella mirada.
No es lo mismo que acaricie una foto, recorriendo con mis dedos tu rostro amado que sentir la tibieza de aquel.
¿Por qué el destino ha sido tan cruel?
Ejercito la memoria tratando de recordar ¿ Qué pude hacer y no hice para conservarte a mi lado?
Uno de tus axiomas preferidos era decir “Ma, nada dura para siempre” refiriéndote a cosas sencillas.
La vida tampoco dura para siempre.
Era tal nuestra empatía y complicidad que transitando el final de tu camino que ambos conocíamos el desenlace fatal.
Los dos callamos esa verdad más dolorosa que la ausencia que vendría después para no lastimarnos.
En esos instantes realizábamos planes disparatados a sabiendas que jamás cristalizarían.
La comunicación era en mente y alma.
Pocas veces vi una relación entre un hijo y su mamá que se pareciera a la nuestra.
Añoro el hablar con las miradas.
La que me devuelven las fotos si bien son hermosa no tiene vida.
No me agrada esperar sin saber cuanto tiempo insumirá esa espera que no tiene fin.
No tengo otra alternativa, como siempre te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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