TRISTEZA INVERNAL

En Grecia antigua la diosa del invierno fue Quíone, hija del viento norte Bóreas.
Una mujer de gran belleza.
A Dionisio su primer amor le dio tres hijos, con Hermes no tuvo descendencia.
Su templo estaba ubicado en lo alto de la montaña, creía de esa forma conservar eternamente los rasgos bellos con los que la madre naturaleza decidió bendecirla.
Una mujer de carácter triste, quizás por la soledad en que decidió vivir.
Hay soledades que se buscan por motivos especiales.
Estadíos diferentes para un mismo sentir.
Conocí la peor cara de la soledad.
Es aquella que te acompaña junto al dolor por la pérdida de seres queridos.
Los neirobiólogos evolutivos, afirman que con ayuda terapéutica de todos los duelos, un terrenal se puede recuperar, menos de la ausencia de un hijo.
No hay tratamiento que ayude a paliar tamaño dolor.
Debe ser por ello que la muerte de un hijo no tiene nombre que la identifique.
Tu partida se produjo en pleno invierno.
Una mañana tan soleada como gélida.
El mundo se derrumbó en segundos.
Había que comenzar nuevamente, ignorando como hacerlo.
En los momentos que los escombros me ocultaban conté con tu ayuda para intentar levantarme.
No querías verme vencida por el dolor.
Por ello sos mi constante apoyo, aún cuando tu energía no haya logrado ponerme de pié.
No sé si en algún momento ocurrirá.
Es un detalle sin importancia, ante la magnitud del horror.
Falta poco más de un mes para que se cumplan tres años de tu partida hacia otra dimensión.
Cuando me preguntan como hice para seguir, la respuesta es simple, a todos les respondo que cuento con tu energía.
Debo reconocer que al principio quería fervientemente irme con vos.
Como no te hubiera gustado, después de muchos meses, intenté llevar una vida normal.
Los intentos no siempre fueron exitosos, tampoco lo serán en el futuro porque me faltas vos.
Seguir viviendo con la falta del mejor hijo, es imposible, por más apoyo médico que se reciba.
Nada puede suplantar la muerte de un hijo.
Con el transcurso del tiempo aparecen las contrariedades.
Cada día que pasa es una tortura, pues siento que el tiempo nos va alejando, más allá que vivas en mi alma, mente y todo mi ser.
Se hace difícil continuar sin una mano tibia como la tuya, que no solo me sostenía sino que me brindaba seguridad y el amor más grande que puede existir, en suelo terrenal.
Detesto las esperas que impone el destino transformado en el peor dictador.
Soy adulta, no es de mi agrado que me indiquen qué debo hacer.
El destino es lapidario e insensible.
No escucha mis ruegos.
Sabe que nada tengo que hacer aquí,.
Pese a las circunstancias tan tristes como el invierno, quien transforma todos los paisajes en postales blancas, insiste en que debo esperar.
¿Hasta cuando y por qué?
No hay respuesta para mis preguntas.
Tesoro sabés que te amo con intensidad, por ello siempre repito lo mismo, nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=Wi06dukrRXs