Ptoeas de todos los siglos contaron que el espacio celestial no solo habitaban todos los seres que se habían ido de suelo terrenal sino que el paisaje era majestuoso.
No solo hablaban de las maravillas naturales parecidas a las de la tierra sino que agregaban que al tratarse de un lugar de paz habían coronado como reina a la tranquilidad,
No existía la tristeza, el olvido o cualquier sentimiento mezquino.
Todo estaba distribuido en completa armonía.
Los ángeles aprendían prontamente a convivir en su nuevo hábitat.
El tiempo de la eternidad no es como el terrenal.
En los atardeceres celestiales los ángeles como vos les enseñaban a los que habían llegado recientemente a conectarse con distintos instrumentos musicales como las cítaras, violines y flautas mágicas para aprender a ejecutarlas.
De esa manera tenían sus propios conciertos celestiales.
Más tarde los pintores más excelsos volcarían en sus telas imágenes que oportunamente todos conoceremos cuando el destino decida que debemos partir.
Dedicada a la lectura que me lleve a comprender la existencia de la vida en otras dimensiones, recordé a la diosa griega Niké.
Una de las pocas deidades que poseía alas las que decidieron tuviera, su padre Zeus t su madre Temis, consagrándola en ese momento diosa de la eternidad, cuidadora de las almas que ya no estaban.
Amante de la naturaleza y la justicia divina.
Su templo está en el Acrópolis su morada en la eternidad ya que fue de las pocas deidades que fueron inmortales.
Conocer esas historias, mitos o leyendas logra un poquito de paz para mi espíritu que no descansa desde que el destino de manera impiadosa te arrancó de mi lado.
El razonamiento lógico y natural indica que era yo quien debía partir.
Toda regla tiene su excepción nunca aceptaré ésta que me otorgaron a mí.
Pese a que te llevo en el espacio que ocupa mi alma, no me alcanza.
Una mamá necesita el contacto piel a piel con el ser que trajo a la vida.
Entonces me pregunto ¿En que me equivoqué para recibir semejante castigo?
Juntos no solo éramos una madre con su hijo sino dos amigos inseparables.
Cómplices de viajes y aventuras, un sentimiento difícil de definir o tal vez extraño para ser comprendido por mis lectores.
La soledad pesa, aplasta, agobia.
Tanto a mi familia chiquita como a quienes conocen mi terrible historia siempre les comento que no sé por qué y para qué sigo viviendo en suelo terrenal.
Quisiera como Niké transformarme en un ser alado para poder volar tan alto que llegaría a tu lado.
Te amo más que a nadie.
La espera no me seduce, no tengo otra alternativa que aceptarla.
Mientras esperamos el momento del reencuentro tantas veces soñado vuelvo a pedirte que nunca te olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=zWAXbxrGjBM
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