Le comentaba a Laura que si realizara un emprendimiento cercano al paraíso celestial sería un absoluto éxito de ventas.
Viviríamos en ese espacio todos aquellos que queremos estar cerca de nuestros seres queridos que han partido y no los podemos ver.
Con la armoniosa voz que la caracteriza me preguntó qué nombre llevaría ese conjunto edilicio.
Respondí con rapidez que lo bautizaría como “Consorcio de los recuerdos”
Todos los vecinos hablaríamos el mismo idioma dado que cada uno sufrió en carne propia la perdida de algún familiar.
Comentaba que compraría una unidad funcional donde solo se alojaran madres que han perdido a sus hijos.
Pertenecemos a una especie distinta donde el dolor no se atenúa nunca.
Cada día que pasa ese sentimiento se profundiza.
Tengo la percepción que algún día sin poder precisar cual es, el dolor se consagrará vencedor.
Recibo siempre tu luz.
Sos quien me anima a seguir, sin embargo ese amor incondicional no alcanza para seguir sin una parte nuestra por la vida.
Se puede compartir con el entorno la soledad que golpea cada instante de nuestra existencia.
No podemos escanear nuestro interior para mostrarlo a quien lo desee ver y decirles esas imágenes que han perdido su contenido vital corresponden al interior de mi ser.
No nos entenderían.
Solo nos puede comprender quien haya pasado por idénticas instancias.
Laura se queda mirándome.
Analiza cada una de mis reflexiones.
Recibo su abrazo emotivo, murmura tenés razón.
Se que ella quisiera ayudarme a salir de este letargo en el que estoy sumida.
No puede, es tan enorme el amor de una madre hacia su hijo que cuando el destino lo arranca de su lado, se pierde la noción del tiempo.
La capacidad de pensar.
Siempre estás presente en mí, esté dormida o despierta,
Te amo hijo, por ello una vez más te pido que nunca olvides cuantio te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=RoplqDusopw
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