DEL OTRO LADO DEL MUNDO

Los atardeceres primaverales son propicios para caminar.
El Sol comienza a despedirse tiñendo el cielo con los colores violetas y rosados del crepúsculo.
Mis pasos se dirigen al arroyo que se encuentra luego de atravesar un bosque.
Un lugar que pareciera haber salido de un cuento, árboles renovados en su follaje se abrazan formando un techo de textura verde intenso que impide pasen los últimos destellos del sol.
A ambos lados del sendero que transito flores perfectas asemejan a un cuadro pintado por un excelso artista, se diferencian de las reales que vemos a diario pues a esta hora agregan a sus pétalos gotas de rocío.
Los habitantes habituales ya están en las cuevas que forman en el tronco de las distintas especies.
Solo se escucha el gorjeo lastimoso de un pájaro que no encuentra su nido.
Estos paisajes son especiales para las mentes de los terrenales o humanos que necesitan encontrarse con su paz interior.
Llego al puente colgante, un navegante en su bote de vela me saluda con su mano.
Alguien a quien jamás he visto trata de disuadirme para que no cruce el puente,
Me detengo un momento, me cuenta que es un puente demasiado endeble, si bien considera que soportará mi escaso peso tiene sus reservas.
Me pregunta si quiero saber que encontraré del otro lado le respondo que mi deseo es experimentarlo sola.
Le agradezco sus consejos y prometo que tomaré todos los recaudos para llegar indemne a la otra orilla.
Desiste de seguir con sus consejos pues advierte que no temo a nada y estoy preparada para vivir otras experiencias, me desea suerte sabe que mi posición es inamovible, quiero saber que hay del otro lado del mundo.
Comienzo a transitar el puente colgante, las maderas del piso son como un cristal que puede romperse en cualquier instante,
Camino despacio tomada de las sogas que ofician como barandas, a mitad de la caminata el paisaje es espléndido, el arroyo con su música ancestral canta y desgasta el lecho de piedras.
La tranquilidad es absoluta.
Observo a varios chicos de la edad que hubiera tenido mi hijo arrojarse al agua desde las alturas.
Sus gritos de alegría por haber conseguido el objetivo cortan el sonido ostentoso del silencio.
Me faltan unos metros para llegar a la orilla.
Mis pasos son cortos me faltan unos metros para obtener mi derrotero.
El puente cede, caigo en un abismo oscuro, busco alguna piedra para sostenerme y no seguir cayendo quien sabe hasta donde.
El olor es nauseabundo, ese pozo que pocos conocen es utilizado para arrojar lo que sobra en el mundo de los terrenales a quienes poco les importa romper la fragilidad del medio ambiente.
Los roedores que abundan pasan entre mis piernas que comienza a sufrir calambres, no tengo miedo, solo espero que alguien venga a rescatarme.
Desciendo unos metros más, contengo la respiración cuando veo un ejército de roedores deslizándose a sus cuevas.
Contengo la respiración para que no se note que soy un ser vivo.
Una araña que quizás no sea tan grande como la imagino se desliza por mis pantalones.
Siento asco por ese sub mundo en el que conviven la vida y la muerte.
Pequeñas lagartijas caminan por mis brazos, con la única mano que tengo libre trato de quitarla, imposible parece que se multiplicaran a medida que las voy sacando.
Intento cambiar de posición sin moverme demasiado, el intento provoca un nuevo deslizamiento de tierra húmeda y pestilente.
Solo sé que implorando a mi hijo el puede sacarme de esta situación espantosa.
La oscuridad acrecienta el temor, por más que haya pasado por los peores trances en la vida terrena esta experiencia es inexplicable.
No tengo noción del tiempo ni de espacio,.
Por la memoria de mi hijo adorado prometo sacar fuerzas de donde no tengo para salir indemne.
Un rayo de luz potente me encandila no puedo visualizar a quien ha venido a mi rescate.
Mi corazón galopa desbocado.
Por más esfuerzo que haga bo puedo ver de donde proviene esa luz que me brinda tranquilidad absoluta.
No puedo verte pero sé que sos vos, una vez más te has convertido en mi socorrista alado,
Percibo el calor de tus alas envolviendo mi cuerpo mojado,
Si bien no puedo verte mi alma sabe que me transportaste en tus brazos a la otra orilla para que vuelva a casa.
Gracias mi vida una vez más te convertiste en mi ángel guardián.
Te prometo no hacer más experimentos para que tengas que regresar con premura de la eternidad te cobija.
Recuerda hijo de mis entrañas cuanto te quiere tu mamá.

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