SERES TERRENALES O HUMANOS

Recibo su llamada temprano, pensé que sería de una compañera de la universidad recordando que pse finalizamos nuestras carreras tiene en su poder algunos textos de mi propiedad y me gustaría conservarlos.
Me equivoqué, es ella quien me pide la acompañe a realizar algunas compras.
Le pido unos minutos para terminar mi arreglo personal y pasaré a buscarla.
Me cuenta que la mañana está demasiado bella como para viajar en auto si no me molesta que caminemos, accedo, tomo mi bolso y salgo a su encuentro.
En los escasos metros que nos separan comprendo que una vez más tiene razón.
Sería imperdonable no poder admirar las flores, algunas a las que los destellos del sol no han llegado conservan en sus pétalos esferas transparentes de rocío, lucen más bellas que en ocasiones anteriores, el astro Febo irradiando suave calidez hace que desaparezcan.
Para quienes admiramos la naturaleza una flor que recién despierta obsequia un espectáculo singular.
Conversamos sobre temas sin importancia.
Esperamos que el médico que conocemos por haberlo visto en su clínica vuelve a entrar su camioneta para dejarnos pasar.
Agradecemos y seguimos nuestro derrotero.
Me asombran como siempre sus conclusiones me expresa que ese profesional es humano.
Lo ha observado varias veces en la puerta del consultorio recibiendo a sus pacientes.
Intrigada por semejante conclusión que no deja de sorprenderme le respondo que todos somos humanos y ella con ese tono especial que utiliza al hablar me dice que no.
Pregunto por qué con una sonrisa me contesta todos somos terrenales es difícil que a esa condición se le sume el adjetivo de humano.
Me quedo pensando, la incógnita se resuelve en segundos con la calidez que la caracteriza me dirá que todos somos seres terrenales pero unos pocos conservan gestos y actitides humanas.
Quiero conocer el motivo de semejante conclusión, con voz pausa dice que todos los seres que habitamos la tierra somos terrenales.
La diferencia con un ser humano es la actitud, comprendo a qué hace referencia.
Sé que estos días para ella son un calvario, su hijo fue atendido por terrenales virtuosos que al emitir una palabra cosifican al paciente.
Un humano sabe escuchar a una madre que sabe el final de su heredero.
La mira con ojos que transmiten paz, trata ante lo inevitable de contenerla.
El terrenal cosifica a los pacientes, los toma como ratas de laboratorio con las que se puede experimentar más allá que las prácticas se parezcan más a una tortura que a utilizar la experiencia que sirva para intentar curar a quien padece u necesita partir en paz.
Me cuenta que cuando recibió el prior parte médico pese al dolor de la pérdida inminente del joven, el jefe de los médicos que lo atendían le formuló una pregunta rayana a un ser que había perdido la cordura.
Quería saber que nivel de estudios tenía la madre.
Rapìda de reflejos pregunto si de acuerdo a los estudios de una mamá sería la mentira que le dirían.
Es valiente no tuvo miedo de enfrentarlos de igual a igual.
En ese momento señaló que esos profesionales eran solo terrenales sin calificar para humanos como el médico que encontramos en el camino.
Ingresamos a una perfumería recientemente inaugurada.
Eligió varias fragancias, me preguntó cual era mi preferida, le dije que varias, con una sonrisa pícara dijo voy a elegir por vos.
En la caja le formularon la pregunta de rigor si abonaría con tarjeta o efectivo, eligió la última opción.
La vendedora le preguntó si necesitaba que las envolvieran para regalo, dijo que no separando un frasco de fino diseño.
Los obsequios ya no se envuelven con coloridos papales y cintas sostenidas por la dorada etiqueta de la perfumería.
Este local utiliza para tal fin unas bolsas de papel pintadas a mano que son una belleza para guardar.
Realizamos otras compras.
Sé que temporalmente no la eré por aquí.
Cargadas de bolsas de compras llegamos a su propiedad, me ofrece un café para compensar la caminata.
Optamos por un refresco.
Mientras ella sube a su cuarto observo un retrato pitando a lápiz de su amado hijo..
En minutos bajará la escalera.
En sus manos sostiene la bolsa puntada en papel que me enamoró por su delicadeza.
Dice que ella perdió el interés por ciertas fechas decembrinas y la entiendo.
Me entrega la fragancia que eligiera por mi, dolo mudita que desea que tenga un recuerdo de ella.
Me acompaña hasta la salida, nos volveremos a ver pronto.
Mientras me dirijo a mi casa comprendo más que nunca el final de sus cuentos, una madre amorosa solo puede pedirle al alma de su hijo que nunca olvide cuanto lo quiere su mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=mmbTHgFlvLI&t=1933s