Quién no recuerda cuando observa un molino de viento al famoso caballero Don Quijote cabalgando por senderos de otros tiempos acompañado por su fiel amigo Sancho tratando de hacerle comprender que estaba alucinando y los molinos no eran la figura de su amada Dulcinea del Toboso.
Transportándonos en el tiempo llegaríamos a uno de los países bajos como Holanda donde aún hoy es posible contemplarlos regando campos de coloridos tulipanes,
Afortunadamente la tecnología ha permitido a los floricultores injertarlos para lograr flores de tulipán bicolores.
El pensamiento de la mano de ciertos conocimientos nos otorga la posibilidad de recorrer los canales holandeses, pasar debajo de cada puente y en cada uno de ellos pedir un deseo que pueda concretarse.
Algunas veces esos sueños se cumplen otras quedan alojados en el corazón de quien sueña aún a sabiendas que su sueño nunca dejará de ser una utopía.
Felices aquellos que concretan sus anhelos, un poco tristes y angustiados los que soñamos imposibles.
Pese a todo lo negativo jamás hay que perder la capacidad de soñar, es un don preciado que nos sostiene cuando sentimos que estamos cayendo en las profundidades de un abismo tan profundo que nunca se llega a saber que hay en el fondo del mismo.
Mis fieles lectores a quienes agradezco el tiempo que me dedican saben cual es mi más caro deseo.
Encontrarte por breves segundos me convertiría en un ave de plumaje blanco con la fuerza suficiente para recorrer el camino de la eternidad que nos separa temporalmente y llegar a tu lado tan cerca como se me permitiera para contarte como paso mis días desde que no estás físicamente.
Vivís anclado en mi alma y así será mientras dure mi existencia.
Tengo la certeza que recordaríamos cada minuto de nuestras vidas en tiempo presente.
No necesitaríamos utilizar las palabras para comunicarnos, bastaría solo el intercambio de miradas, así fue siempre.
Si alguien me preguntara que es lo que más extraño de mi hijo teniendo para contestar una sola opción no dudaría en responder que me hacen falta tus ojos.
Cuando partiste no tuve la posibilidad de verlos.
En cambio recuerdo las horas anteriores donde nos prodigamos besos, caricias y abrazos y hasta minutos antes de tu partida.
Cumplí con la promesa de no derramar una sola lágrima, ya tendría tiempo para hacerlo.
Quienes te atendían y conservaban algún rasgo humano me habían realizado un pedido innecesario.
Con frialdad me pidieron que tratara que tus últimas horas de vida estuviera llena de recuerdos lindos.
Esa petición la sentí como una ofensa, ellos me habían visto y escuchado todo el tiempo que permanecimos internados.
Tengo la certeza que encendí mi creatividad al tope.
Planificábamos juntos un futuro que no tenía donde sostenerse.
Nunca hasta el día de hoy supe por qué ambos presentíamos la verdad siniestra y en un acto de amor que te pinta en cuerpo y alma decidimos callarlo para no herirnos.
Sé que dentro de las posibilidades de una madre desgarrada por el dolor de la ausencia inminente hice lo que pude y como pude.
Sabés que te extraño con vehemencia exacerbada.
Fuiste lo más importante que puede pasarle a una mujer, traer vida a la vida.
Por aquellos tiempos jamás se me hubiera ocurrido que tu paso por el mundo terrenal sería tan efímero.
Disfruté de manera que no se puede explicar con palabras cada uno de tus avances.
Orgullosa quise ser el custodio de tus logros.
Quiso el destino truncarlos en el mejor momento.
Necesito que tu cielo este cubierto de flores, hago referencia a las que le dan color a la vida en toda la extensión de la palabra.
Quisiera que el tiempo retrocediera unos años, ubicarlo en los tiempos felices compartidos.
Siento impotencia al no poder concretar mis sueños.
Por siempre y hasta que Dios lo decida serás mi compañero, mi cómplice, mi hijo adorado.
Espero que cuando llegue a tu nuevo hábitat encontrarte sin dilaciones.
Como siempre haremos lo posible e imposible para confundirnos en un abrazo eterno.
Mientras ello sucede una vea más te pido, nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=cLCcEr70VnI
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