Hola hijo
querido.
Llegó la
alborada con sus tonos anaranjados pintando, el cielo diáfano.
El sol en el
horizonte tiene deberá calmar la fuerza del viento hasta convertirlo en suave
brisa de primavera.
Lejano puedo
escuchar el tañido de una campana.
Sonido
metálico, traído de la mano de Eolo.
No todos son
iguales, aún cuando aquellas sean las mismas construidas con la dureza del
bronce.
¿Recordás cuando en el mes de diciembre las
escuchábamos en la Ciudad de Buenos Aires en la famosa noche de las campanas.
A
determinada hora iniciaba el concierto metálico de las que se hallan en cada
una de las iglesias de la ciudad?
Imposible no
conmoverse ante el sonido de bronces.
Antiguamente,
las hacían tañer de manera manual.
Ahora,
dispositivos electrónicos, las activan para que en suave vuelo, todas juntas,
ofrezcan melodías capaces de estremecer las almas.
Más de una
lágrima rodaba emocionada por el rostro
de los sensibles asistentes.
Acompañaban
esos sones el titilar de las estrellas, colgadas del cielo oscuro.
Relojes
sincronizados para accionar las mismas a
determinada hora.
Otras
campanas se escuchan en diversos
momentos de la vida.
Cuando una
pareja contrae matrimonio es recibida en la iglesia por ese tañido, deseando
suerte al matrimonio.
Solo existen
campaneros en los cementerios,
En soledad y
en forma manual, recibe el cortejo de
quien ha partido hacia otros mundos absolutamente desconocidos a los que
presumo silenciosos.
¿Hijo vos
que no estás en la tierra, podrías
decirme de la existencia de vida en esos planos?
¿Por qué no
podemos visualizarlos?
Imperiosamente
deseo estar a tu lado para siempre.
Mortifica tu
ausencia.
¿Cuánto
tiempo más podré resistir, en este espacio por mi rechazado?
¿Saben en tu
hábitat de la necesidad que tengo de
darte un beso cada mañana?
¿Cuándo
pasarán por mí, esos seres anónimos?
Sé sus
nombres, el horror invita a olvidarlos.
¿Cuándo
aparecerás en mis sueños?
Hoy se cumplen
tres años de la partida de mi mejor compañera de la vida.
¿Por qué no
podemos estar todos juntos como antes?
Te extraño
desesperadamente.
No saber si
te encontraré algún día, hurga en las heridas que jamás, sanarán.
Demasiado
enorme el sufrimiento para portarlo sola.
Es útil la
compañía de la familia chiquita.
Nunca
suficiente.
¿Cómo no
quererte si sos la mitad que le hace falta a mi vida?
Para este
estadío no hay paliativos.
Quiero dejarte
unas letras de un poeta español que entre su obra, encontró como hablar con las
campanas.
“MILAGRO DE
LA MAÑANA
Autor: Ramón
del Valle Inclán
Había una
campana
En el azul
cristal
De la santa
mañana.
Oración
campesina
Que temblaba
en la azul
Santidad
matutina.
Y en el
viejo camino
Cantaba un
ruiseñor,
Y era de luz
su trino.
La campana
de aldea
Le dice con
su voz,
Al pájaro,
que crea.
La campana
aldeana
En la gloria
del sol
Era alma
cristiana.
Al tocar,
esparcía
Aromas del
rosal
De la Virgen
María.
Esta santa
conseja
La recuerda
un cantar
En una fabla
vieja:
Campana,
campaniña
Do Pico
Sagro,
Toca por que
floreza
A rosa de
milagro.”
La pluma del
poeta es musa inspiradora de las mías.
En otros
tiempos, era un gusto, utilizar como adorno las campanas.
Tiempo en
que estabas en suelo terreno.
Hoy las rechazo. Tampoco he vuelto a la Ciudad de
Buenos Aires para oír el concierto de
campanas.
Cuando se
pierde al hijo querido, al mejor amigo, la realidad tiene como visitante
eterno, al espanto.
No es vida
la de una madre que ha perdido a un hijo y junto a él el corazón y el alma.
La soledad
acecha de manera constante.
La peor
enemiga de esta mamá que solo ama a su hijo.
La muerte
tiene por costumbre, llevarse a los seres luminosos, igual ella continuará
siendo una figura oscura.
No es
factible existir con luces robadas.
Inconmovible
hace su trabaja sin importar sus arrebatos, nos deja en las profundidades de
los abismos ancestrales.
Rodando
hacia huecos de los que no se puede medir con exactitud la profundidad.
Una manera
de alejarnos de los seres queridos,
Ustedes en
alturas, quienes quedamos en el inframundo en un pozo más profundo que las
fosas marítimas.
Hijo ayúdame
a partir.
¿Podría
hacerlo sola?
Sí.
No sería
capaz de vulnerar la memoria del hijo que me hizo conocer el amor más grande y
puro.
Ahora estoy
en el fondo de una ciénaga sin saber
hasta cuándo.
Preciso verte,
para olvidar el último suelo que tuve.
Espantoso de
principio a fin, una verdadera alegoría de la muerte.
Ocurrió hace
casi dos meses, no puedo quitarlo de mi mente.
Estabas mal,
como en los últimos segundos de tu paso por la vida.
¿Por qué
tanto ensañamiento?
No llevo más
armas que el amor hacia el ser de luz que vino a mi vida.
Generador
del amor más grande que puede sentir una mujer.
Te amo
tesoro de mi realidad, carente de sentido.
Más de seis
años de distancia son demasiados.
No te
preocupes, pese a la desgracia no romperé mi promesa.
Te quiero
demasiado como para dejar máculas en tu memoria.
Querido por
favor no olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=ojJf23HVPFc
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