Buenos días alma querida.
Hoy más que nunca te necesito sentir tu presencia.
En un sueño o en cualquier detalle para calmar la desesperación que poseo.
Hay enigmas que nunca se resuelven.
Creo conocés, a cual me refiero.
Recién ahora.
Después de casi cincuenta y un meses de tu partida pude conversar con los seres que quiero de un tema o dos que se han convertido en un estigma.
No te preocupes.
Estimo que ha llegado la hora de compartirlos con las personas que me quieren y mis fieles lectores.
¿Por qué tardé tanto?
Para probarme a mi misma no había perdido la cordura ante la perdida irreparable de un hijo.
No solo un arácnido trabaja en mi memoria tejiendo redes invisibles para que el olvido no pueda atravesarlas.
Las redes obran como eje de contención.
Me piden de un pequeño descanso a los recuerdos.
Imagino que como sos sabios, conocés el contenido de estos enlaces, antes que los mismos se reflejen en grafemas.
Aclaro,
Es tan enorme la empatía que tenemos, con mi hijo que solo el puede percibir con sensibilidad absoluta mis estados de ánimo.
Coincidimos en que soy un ser que piensa más de una vez aquello que desea expresar.
Por algo esperé más de cuatro años.
Con las primeras personas que hable, como imaginarán usando la lógica fue con mi familia chiquita.
Es lo que corresponde.
Me transfirieron no transfiera imágenes a episodios complejos.
No quedé conforme.
Era como si me dijeran estás un poco delirante y todo obedece a tu prolífica imaginación,
Callé.
Lo hago siempre cuando no tengo ganas de rebatir conceptos.
Mi tiempo es invalorable y no discuto temas tan sensibles con nadie.
Por ello mi silencio de más de cuatro años.
Ahora esos instantes se ha convertido en un calvario sumando tortura.
Estuve a tu lado junto a tu prima hasta el momento supuestamente irreversible.
Nunca solté tu mano derecha.
Ella, una mujer joven, llena de vida, acerco sus manos a la yugular de tu cuello en la parte izquierda.
Reitero al solo efecto que se comprenda mi dilema que mi mano derecha sostenía la tuya.
Cuando vi, se persignaba el horror se apoderó de mí.
Un ejército de enfermeras, sin ningún médico, nos pidió abandonáramos la habitación pues tenían que realizarte un electrocardiograma.
Aclaro.
Si no se toma bien el pulso, nuestros dedos transmiten nuestras propias palpitaciones.
No voy a poner en duda ese acto amoroso.
¿Por qué esas niñas vestidas de blanco impidieron estuviéramos presentes en esa instancia.
Al día siguiente tuve que concurrir al sanatorio para reconocerte.
Me acompañaban, tu prima y uno de tus hermanos de la vida.
Ellos en un diáfano día de agosto, presenciaron sentados en un cantero el paso de la camilla que contenía tu cuerpo yerto, enfundando en una funda mortuoria.
Una simple bolsa de plástico negro con un cierre.
Odio enmascarar las palabras.
Estaba con el cierre apenas abierto.
Tu prima para aliviar mi dolor inconmensurable dijo: “Tía es y pronuncio las más hermosas siete letras que conforman tu nombre”
La empleada de la morgue del sanatorio parecía un sargento de caballería en plena guerra.
Le pedí corriera el cierre pues quería darte el último beso.
Me dijo que no se podía.
Ni siquiera tuvieron la delicadeza de levantar la camilla,
Con el peor instinto le informé era tu madre y si ella no descorría el cierre lo haría yo.
Allí sentí a tu prima diciéndome eras vos y a uno de tus hermanos del alma sollozando.
Quería darte el último beso antes que te subieran a la ambulancia de la funeraria.
Alguien me dio memoria fotográfica.
Te vi morir, o eso creí pues tus manos nunca estuvieron laxas.
¿Morirías?
Sí.
Nadie advirtió el rictus de tu cara, exceptuando a quien escribe.
La primera duda.
En la camilla estabas de costado.
Raro.
No excluyente.
En tu rostro advertí un gesto de dolor.
No lo tenías en el momento que se decretó tu muerte.
Los peores pensamientos, me acosaron.
¿Estabas muerto cuando te introdujeron en el refrigerador de la morgue?
Es enigma gestual que hasta hoy solo compartí con cuatro personas, lejos de traerme la paz que dicen hay en los cementerios, me tienen mal.
Lo hablaré con mi médica en el día de hoy.
Me invitaron a charlas con un especialista en tanatopraxia.
¿Para qué?
Eso no te devuelve la vida.
Por ello recién hoy en este enlace doy a conocer el tema.
El otro episodio ocurrió mientras esperaba en una institución médica de nuestro país, me llamaran para subir al quirófano para realizar un estudio.
No se puede llegar a ese sitio tan aséptico antes de ser convocada.
Mientras esperaba junto a tu prima, ser llamada.
Apareció un niño del que podría hacer un retrato hablado.
Como a todos los que van a ingresar a un quirófano lo acercaba un enfermero en una silla de rudas.
Nunca olvidaré, su mirada.
No la dirigía hacia cualquier lado donde había otras personas esperando.
Me miraba a mí.
Parecía decir:
“No dejes de mirarme”
Nunca podré olvidarlo.
Había otras personas esperando.
¿Por qué ese intercambio de miradas?
Estas letras lamentablemente formaron parte de mi realidad.
Las callé durante casi cincuenta y un meses para elaborarlas.
Esta tarde recibiré a mi médica.
Lo conversaré con ella.
Hoy necesitaba compartir esta incógnita que me desvela, con Ustedes.
Para mi hijo deseo paz eterna su la eternidad existe para mí nada.
Nadie se recupera de esta pérdida.
Hijo te amo.
El tema que elegí para musicalizar esta conexión era uno de los que más te gustaba.
Poco tiene que ver con el contenido de estos grafemas.
Tal vez más de lo que pienso.
Te amo como a nadie en este y otros mundos si ellos existieran.
Hoy más que nunca te pido me ayudes a acelerar mi partida.
De mis tareas pendientes en la tierra, otros pueden ocuparse.
No es desdén ni falta de cariño.
Corro en busca del más desprotegido.
Recibo tu energía.
Sin ella no hubiera llegado demasiado lejos.
Estoy jugada como dicen los jóvenes.
Mi lugar no es suelo terreno.
¿Cuándo lo entenderán los orfebres de la muerte?
No estoy pidiendo valores pecuniarios.
¿Es tan difícil entender deseo besar a mi hijo?
¿Hasta cuando seré cautiva en tierra hostil?
Los diferenciaría como ustedes quisieran si mostraran atisbos de inteligencia.
¡No son visibles a los ojos humanos!
Liberen mis cadenas.
Dejé de ser interesante para objetivos no consolidados.
¡Basta!
Tesoro, ayudame.
Te amo más que a nadie.
No olvides nunca cuanto te quiere tu mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=yZJIXwUhKk4
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